Joan Álvarez
Director general de la Academia de Cine
Julio de 2017
La Academia de Cine inició este año un proceso de renovación y apertura bajo la presidencia de Yvonne Blake. En esta nueva etapa desempeña un papel esencial el valenciano Joan Álvarez, director general de la institución desde la pasada primavera. Un gestor cultural de amplia trayectoria que, tras dedicarse al periodismo cultural en Posdata (Levante) dirigió la escuela de guionistas de la Universidad Internacional Menéndez Pelayo de Valencia. En 2010, se integró en el Instituto Cervantes al que representó en dos ciudades tan dispares como Estocolmo y Casablanca.
Sus primeras tareas en la Academia, organizar la ceremonia de los próximos Goyas y diseñar la estrategia del presente ejercicio. El 28 de junio, Álvarez visitó Valencia para participar en el acto de entrega del premio Ricardo Muñoz Suay 2016 que concede la Academia al mejor trabajo de investigación histórica sobre el cine español a Manuel Gutiérrez por su libro A los actores (Anagrama), que tuvo lugar en el Jardín Botánico en el marco de Cinema Jove. En una vista anterior, a principios de mayo, Álvarez anunció que Academia del Cine apuesta por València como ‘espacio concertado’ y traerá actividades culturales, ciclos y premios en el marco del proyecto ‘La Academia en red’.
Aparte de organizar los Goya y seleccionar los candidatos al Oscar, ¿que otras funciones cumple la Academia?
La Academia mantiene una programación regular de su sala de proyecciones y de su sala de exposiciones en la sede de la calle Zurbano y concede media docena de medallas al mejor libro de cine como el de Gutiérrez Aragón, a la mejor labor periodística, a la mejor aportación tecnológica, al mejor proyecto social o humanitario, a los mejores desempeños profesionales, y a la trayectoria de toda una vida. También actúa como una plataforma en la que confluyen diversos proyectos e iniciativas de las más potentes que se plantean en el cine español. La Academia edita la revista que lleva ese nombre y participa en una iniciativa, con la fundación SGAE y la Universidad Europea, para recoger y conservar la memoria viva de los cineastas españoles. Además, hay otros proyectos de gran interés como el ciclo de los Goya itinerantes que hacemos con Gas Natural, el de los Goya por el mundo con el Instituto Cervantes y Aecid, o el de Mujeres que no lloran en el que colaboramos con Cima. Queremos que la Academia sea una plataforma inspiradora de proyectos y programas en muchas direcciones. Hemos empezado invitando a todas las iniciativas que llevan el cine a la escuela y estamos seguros de que va a cristalizar en un gran proyecto de alfabetización audiovisual con la complicidad de las administraciones educativas. Me ilusiona especialmente que la Academia trabaje con las fundaciones y las ONG en la línea de ‘cine, ayuda y solidaridad’, hay muchos cineastas que ya hacen esas contribuciones solidarias y humanitarias.
Yvonne Blake prometió ‘transparencia, honestidad y renovación’ al tomar su cargo. ¿Qué rumbo lleva ese proceso?
En la Academia estamos convencidos de haber entrado en una nueva época cultural en la que hay que estar más abiertos, más conectados y ser más protagonistas de los cambios y las innovaciones que se dan a nivel europeo, iberoamericano o global. Queremos que la gente, los espectadores, se sientan orgullosos de su cine y de sus cineastas. Sería fantástico crear un pacto de aprecio y orgullo entre los que hacemos el cine y quienes lo disfrutan y lo aman.
¿Cuál cree que es el talón de Aquiles del cine español?
A corto plazo, venimos de una etapa muy mala para la financiación y aún no sabemos cómo va a funcionar el modelo que se ha puesto en marcha y que hay que ir ajustando ejercicio a ejercicio. La falta de control de los canales de distribución y una miopía brutal a la hora de entender la creación del gusto en las audiencias (un mal que afecta a casi todas las disciplina culturales) nos ha dejado en una posición de gran debilidad porque con una cuota de pantalla entre el 16% y el 21% o 23% no se sostiene una producción de 180 películas al año. La mutación digital con su impacto sobre las pantallas, iniciativas como la ya mencionada para llevar el cine a la escuela o una labor de comunicación continuada para borrar todas las leyendas negras e impulsar el orgullo por nuestro cine son algunas líneas para trabajar duro y esperar aciertos a medio plazo.
¿Por qué existe en algunos sectores cierta reticencia incluso desprecio hacia las películas españolas?
Una dosis grande de leyenda negra y una inercia a la hora de menospreciar lo propio y engrandecer lo ajeno. Pero los que estamos detrás de la cámara también formamos parte de esta historia. En otras palabras, esto sólo lo arreglamos entre todos. Pero, como demuestran los casos de Francia, Gran Bretaña o Suecia, por no hablar de India o de los Estados Unidos, el problema tiene arreglo.
En los años noventa la Comunidad Valenciana vivió cierta euforia audiovisual que luego se desvaneció. ¿Vislumbra algún futuro?
Sí, hay talento joven y una generación que ha aguantado la gran crisis vivida durante los últimos años. La puesta en marcha de una televisión pública autonómica y la nueva política de apoyos tendrá resultados a medio plazo. Ojalá sepamos hacer las cosas bien entre todos.
Bel Carrasco
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