A=A [Ontopatía], de Ramón Espacio
Imprevisual Galería
C / Doctor Sumsi, 35. Valencia
Hasta el 15 de septiembre
Hay dos mundos que, por exceso, terminan conectados entre sí. El de aquellos que convierten su identidad en un universo cerrado de reconfortantes identificaciones que, llegado el caso, rivaliza con la de otros. Y el de aquellos cuya fragilidad existencial se debe precisamente a todo lo contrario: a la dificultad para hallar esa identidad que le permita reconocerse como alguien diferenciado del resto y, por tanto, en posesión de un yo. El delirio imaginario de la identidad cerrada versus la locura de la identidad abierta como un abismo.
Ramón Espacio hace de bisagra entre ambos mundos para retomar la cuestión de la identidad y someterla a debate. Y lo hace siguiendo el halo romántico de quienes se sienten habitados por un cuerpo cuya mente lo explora con extrañeza. ¿Quién es ése que me mira en el espejo? Sin duda soy yo, pero hay días o momentos del día en que uno descubre con inquietud ciertos rasgos de su persona. De pronto, yo parece otro. Y tirando de ese finísimo hilo, que vendría a partir en dos el sujeto que creíamos ser, Ramón Espacio se confronta a sí mismo con la figura del doble, de tan larga tradición literaria.
En ‘Los elixires del diablo’ E.T.A. Hoffmann ya avisa de lo que nos aguarda: “Soy lo que parezco y no parezco lo que soy; soy un enigma inexplicable para mí mismo: ¡Mi ‘yo’ se ha escindido!” Ramón Espacio también aparece escindido en las fotografías que integran la exposición elocuentemente titulada ‘A=A [Ontopatía]’. Imágenes en las que el propio artista muestra la extrañeza de verse a sí mismo en perpetuo desdoblamiento, ya sea frente a frente en el interior de una bañera, mirándose extrañado al volante de un coche o por triplicado en un espejo, cuyo reflejo siempre ha sido motivo de inquietantes lecturas.
El propio artista, autor del libro ‘Vivir apenas’, con ilustraciones de María Payá, arranca con esta dedicatoria: “A los que se fueron y se quedaron aquí”. También está en sus fotografías ese hálito fantasmal del que está, pero parece haberse ido. Como en la fotografía en la que, de pie, Espacio se contempla en su propio lecho ¿mortuorio o simplemente dormido? ¿Sueño, pesadilla? En todo caso, como apunta Arístides Rosell, responsable de Imprevisual Galería que acoge la muestra, el espejo donde se reproduce el título de la exposición A=A se correspondería con los sujetos que se miran, “y el igual sería el espectador que se involucra en el medio”.
No dos, sino tres personas involucradas: el artista desdoblado y el espectador que participa de tamaña extrañeza. Pero el doble se acentúa con el propio montaje expositivo. A un lado, una serie de fotografías, el espejo y la jaula instalación con determinados textos. Y al otro, la misma serie de fotografías, el espejo y la jaula instalación con los textos, pero a la inversa. De manera que Imprevisual se convierte en un espacio que parece reproducir el delirio que Ramón Espacio, en tanto A=A, genera con su Ontopatía.
La exposición es fruto del premio concedido a Ramón Espacio en el pasado Festival Incubarte, dirigido por Javier Marisco. Un audiovisual y una radiografía vienen a romper la siniestra simetría del montaje. La rompen para ampliar el efecto de extrañeza. Puestos a desnudarse por fuera, la radiografía, explica Rosell, “es una forma de desnudarse también por dentro”. La cuidada escenografía de las imágenes tiene su justa correspondencia con el montaje, haciendo del conjunto expositivo un brillante paseo por la cuerda floja de la cordura.
Salva Torres
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