Rafael Chacón

#MAKMAArte
‘Impostura’, de Rafael Chacón
XVI Bienal Internacional de Cerámica de Manises
Sala MUMAF, Edificio El Arte
Av. dels Tramvies 15, Manises (València)
Hasta el 13 de septiembre de 2024

«¡Oh, blasfemia del arte! ¡Oh, sorpresa fatal! / ¡La mujer de cuerpo divino, prometiendo la ventura, / Por lo alto termina en un monstruo bicéfalo! / –¡Pero, no! Sólo es una máscara, un decorado engañoso».

Al contemplar la exposición ‘Impostura’, de Rafael Chacón (Sevilla, 1965), nuestros pensamientos viajan de ‘Las flores del mal’ de Baudelaire hasta el ‘Libro de los seres imaginarios’ de Jorge Luis Borges, e incluso más allá.

Galardonado con el premio ‘President de la Generalitat’ en la Bienal Internacional de Cerámica de Manises (BICM) de 2022, el artista sevillano vuelve este año al certamen con un proyecto expositivo individual. En la Sala MUMAF del edificio El Arte, nos invita a participar en una mascarada barroca y colorista mientras le acompañamos por un desfile de seres mitológicos y animales antropomórficos.

«Cuando ves las representaciones religiosas, está el Dios Pater, la Virgen, el ángel Serafín, el santo… Si no, no sería completa la iconografía». Partiendo de referencias igualmente místicas y de otras mucho más mundanas y populares, Rafael Chacón crea su propio sistema iconográfico: un conjunto de personajes oníricos, peculiares y sugerentes. «Además, siempre que ven una figura mía, hay como un cuento detrás. Mis piezas son muy narrativas».

Rafael Chacón. Impostura. XVI BICM
Vista de la exposición ‘Impostura’, de Rafael Chacón, en la XVI BICM. Foto: Tátylla Mendes.

Ahora bien, si es verdad que toda buena historia incluye algo de drama, la de Chacón no es excepción. Desde niño, el artista tuvo que enfrentarse a las secuelas de un artritis reumatoide. «A los 7 años, tuve que estar en cama durante tres años, sin poder andar ni relacionarme con otros niños, pero tuve la suerte de que mis padres eran lectores. Entonces, además de dibujar, yo leía mucho. Desde ‘El Capitán Trueno’ y ‘Zipi y Zape’ hasta lecturas no tan adecuadas, quizá, para un niño pequeño, como Cervantes y Dante, y creo que eso me fue educando el gusto».

Fue con esta misma resiliencia y optimismo que Chacón se enfrentó, años más tarde, a otra secuela de la enfermedad. «No podía respirar bien y me dijeron que tenían que hacerme una traqueostomía. Entonces, cuando estaba en ese proceso, empecé un cuaderno de dibujos, sobre todo con ballenas, por el tema del espiráculo. Porque yo iba a tener que respirar por otro lado, como una ballena».

El arte y la creatividad como sanación. Toda la trayectoria de Rafael Chacón lo demuestra. Empezó estudiando teatro, aunque luego lo dejó para dedicarse al diseño de ropa y estilismo. Sin embargo, no abandonó los platós. Tiene una larga trayectoria como escenógrafo, diseñando vestuario, fabricando máscaras y marionetas, e, incluso, llegó a actuar en un programa de Canal Sur. También trabajó como diseñador gráfico y con ilustraciones infantiles, hizo grabado, serigrafía y videoarte.

Rafael Chacón
El artista Rafael Cachón junto a una de sus piezas presente en ‘Impostura’. Imagen cortesía del autor.

«En 2009, participé en un proyecto en Turquía, auspiciado por la UNESCO, con artistas turcos y españoles, y ahí hice escultura en piedra», destaca Chacón. «A mí me operaron en 2012, tres años después. Entonces, ahí, ya sabía que me gustaba la escultura. No fue una fiesta, no voy a mentir, pero tengo una naturaleza muy combativa y muy de disfrutar de la vida. Así que me lamí las heridas por unos meses y luego decidí que ya estaba, que iba a dedicarme a lo que tenía ganas de hacer: la cerámica. Pero no utilitaria; la escultura cerámica».

Sus referentes en el ámbito de la alfarería son variados: desde las figuras funerarias de antiguas dinastías chinas, pasando por la cerámica japonesa y coreana, hasta la porcelana de Meissen (Alemania) y la de Capodimonte (Italia). A ello se suman otras influencias variopintas: la mitología, los juguetes, el cómic y el manga, el cine, la pintura, la literatura. Chacón nos habla de Miyazaki, de Visconti y de Pasolini, de El Bosco, de Lorca y de Roberto Calasso.

Fue inspirado por ‘El Cazador Celeste’ de Roberto Calasso que el artista decidió nombrar a su exposición con el título de ‘Impostura’. En aquella obra, el escritor italiano habla, entre otros temas, de la imitación, del ritual y del juego. Chacón lo relaciona con las máscaras que nos ponemos para vivir en sociedad. «A través del juego de la impostura, de jugar a las casitas, de jugar a ser valiente, uno fabrica la realidad», aclara Chacón. En cierto modo, «todo lo que es profundo ama la máscara», tal y como ya había sentenciado Nietzsche.

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Asimismo, el artista coteja el uso de esas máscaras metafóricas con otros elementos más concretos, como las armaduras y monturas de los héroes. Por otra parte, parangona los tacones con los coturnos que se ponían los actores del teatro griego. Después, añade: «Creo que la corona es la sublimación de la máscara».

Son elementos, por supuesto, de distinta naturaleza y con diferentes finalidades –la armadura para la protección, los tacones para la seducción, la corona para la potestad–, pero el artista no deja de tener razón, ya que tienen todos ellos algo de disfraz, de representación.

No por casualidad, una de las piezas centrales de ‘Impostura’ es ‘Relicario’, una imponente corona dorada rebosante de elementos simbólicos. «Están los conejitos alados. Están las flores de cardo, que son bellísimas, pero pinchan mucho y siempre implican sacrificio. Están los cuernos, que dan la idea de más sagrado aún. Están las canastas rojas, que hace que no sea vista solo como una corona imperial o ducal, sino que puede ser africana, asiática u otra cosa. Y está el letrero memento mori, que es un recuerdo de que, aunque te pongas la corona, también vas a morir».

Rafael Chacón “despliega todo su lenguaje gráfico y escultórico” en ‘Impostura’. Foto: Tátylla Mendes.

«A veces, algunos amigos me dicen: “No lo pongas todo en una pieza”. Pero es mi naturaleza; lo pongo todo. Me gusta saturar de símbolos cada figura. Pero no hay nada inocente, ni siquiera el color».

Cada elemento que el artista adopta tiene un significado. «El caballo es un símbolo de libertad, de fuerza. El lobo es del peligro. El gallo es como la máscara de la más; es verdad que se lo comen, pero es muy espectacular. Y el conejo me encanta representarlo porque tiene una vida breve, la vive rápido, es sexualmente procaz, hace madriguera –lo que le conecta con el infierno– y, además, cuando ves un conejito, te acabas riendo. Es como el dios Momo griego: es la parte disruptiva del drama».

En sus esculturas e ilustraciones, Chacón plasma todos esos seres y otros más: representa dioses, personas, animales y plantas; evoca arquetipos; abunda en símbolos. A través de ello, pone de manifiesto diversas cuestiones. Nos habla sobre seducción, drama, poder, belleza y diversión.

«Hay una carga simbólica dramática, pero no me gusta dejar solo eso. Quiero que nos riamos también de esa representación. Porque la vida es así. Te dan un diagnóstico terrible y, de repente, dices: “Dios mío, tengo que poner la lavadora”».

Rafael Chacón ya había dado ejemplo de su prolífica imaginación, su multiplicidad de referencias y su humor y estilo únicos cuando se llevó el premio de la anterior bienal con ‘El Jardín del Edén’. Antes de ello, en 2020, ya había sido seleccionado en la 90ª edición del ENBARRO, de La Rambla. En abril de este año, recibió, también, la mención de honor en el Concurso Internacional de Cerámica de L’Alcora. Ahora, vuelve a la Bienal Internacional de Cerámica de Manises con ‘Impostura’, pero «sin síndrome de impostor», agrega con hilaridad.

En opinión del artista Xavier Monsalvatje, Premio Nacional de Cerámica Creativa Contemporánea 2023, «ha quedado una exposición fantástica porque él despliega todo su lenguaje gráfico y escultórico. Ese lenguaje tan propio y personal, con esa influencia del barroco sevillano y de la cerámica tradicional, desde el reflejo metálico hasta la cerámica oriental. Eso por un lado, y luego todo ese vivencial que él tiene, además de la mitología, la cosmología e, incluso, la iconografía religiosa. Podríamos decir que se despliega, casi, en algunas de sus piezas, como elementos sacados de un cuadro de El Bosco».

‘Herida de luz 7’ y ‘Nicte’, de Rafael Chacón. Foto: Tátylla Mendes.

El artista sevillano revela que Monsalvatje «ha sido, entre comillas, el que ha comisariado la exposición; no oficialmente, pero me ha ayudado mucho». No solamente agradece a quien fue uno de sus maestros y es hoy un gran amigo –«no hay palabras suficientes para Monsalvatje»–, sino que también dice que se sintió mimado por todo el equipo de la bienal.

Sobre su experiencia en la XVI BICM, Chacón nos cuenta, igualmente, que «había un poco como de ganas de revalidar el premio. Y está siendo estupendo. Además, este año, he podido ver lo que había de otra manera. Y hay gente que admiro, como Sara León Fernández. He conocido, también, a Yuriy Musatov y me sorprendió su obra en directo».

Durante el epílogo de nuestra conversación, Chacón nos habla sobre una exposición colectiva que inaugura en noviembre, en Hamburgo, enmarcada en la corriente lowbrow. Aunque este es solo uno de muchos proyectos que ya tiene entre manos.

«Tengo demasiada faena, pero quiero más. Yo no quiero límites. El reto es tener medios para hacerlo porque tengo muchas ideas. Quiero saltarme el barro y empezar a mezclar escultura con tela porque me gusta mucho bordar, también. Pero sí que es verdad que nunca voy a abandonar la cerámica porque es mi elemento y me ha salvado la vida», concluye Rafael Chacón.