Remains, de Rebeca Zurru
Espai d’Art de El Cortes Inglés de Colón. Valencia
Hasta el 26 de febrero de 2017
«En el espejo, me veo donde no estoy, en un espacio irreal que se abre virtualmente detrás de la superficie, estoy allá, allá donde no estoy, especie de sombra que me devuelve mi propia visibilidad, que me permite mirarme allá donde estoy ausente: utopía del espejo»
Michel Foucault «Des espaces autres»
Existe un ecosistema singular en el que los límites se diluyen de forma arbitraria. Donde la reflexión y la práctica artística poseen la habilidad de hacer que lo estático se torne permeable, provocando que las realidades circulen en planos paralelos e incluso divergentes a lo que viene establecido como norma. A su vez, provoca que se difumine la estructura del sistema que lo sustenta, así como el poder de quienes dicen ser sus defensores, logrando invertir el orden de las cosas y transgrediendo las relaciones socialmente legitimadas.
A medida que las colectividades se desarrollan, el individuo se ve envuelto en diferentes estadios de comprensión en torno a lo que implica el ejercicio del poder y en consecuencia, a la dominación asumida como deducción lógica en la evolución de las sociedades según temporalidades y lugares. Las formas de disciplina instauradas en lo social, político y cultural se ven como algo endémico y propio de un sistema de órdenes que seduce por lo fácilmente que se asienta, por cómo domestica a las masas y por esa espontaneidad dócil de los que nos inscribimos en esas dinámicas. Modelos peculiares que instrumentalizan y operan a diferentes niveles y que nosotros, como ‘usuarios’, percibimos tan sólo cuando la configuración inocua de la vida presentada necesita de alternativas en ese momento en el que el mundo se acelera.
Contraponer dos conceptos tan antagónicos como son la práctica artística y su libertad de acción y la dominación enlazada a la subordinación, nos marca una interesante relación dicotómica que no hace sino reflejar la realidad que nos constriñe diariamente de manera continuada, un eterno escenario de limitaciones donde esa supuesta imposibilidad de plenitud nos hace reflexionar sobre aquellos conceptos ‘ideales-tipo’ que han tratado la sociología y la filosofía una y otra vez.
Si aquellas sociedades de control se caracterizaron por una gestión de la visibilidad sesgada, ahora nos encontramos con la posibilidad de entablar diálogos cruzados y mostrar multitud de perspectivas tanto de los tiempos, como de los espacios y sujetos que habitan en las diferentes capas de significado, otorgando visibilidad a esas otras formas de vida y de gestión dentro de una época que nos aporta los instrumentos para desarticular miradas obsoletas, desgastadas por su rigidez.
El arte como herramienta contemporánea posibilita preguntarnos acerca de las contradicciones que nos rodean, nos interpela sobre otras formas de vida para cuestionarnos sobre lo que el mundo real nos enseña. Aquello que se esconde tras ese espejismo de realidad implica observar de otras maneras, que nos acerquemos o alejemos entendiendo que el escenario exige ser visto y pensado de forma diferente, y que la deconstrucción no es sino un paso más para la emancipación.
Cuando uno se acerca a los trabajos de Rebeca Zurru observa trazos que nos hablan de desaparición pero también de visibilidad, como cuando la lectura entre líneas nos desvela las múltiples posibilidades pictóricas del vacío para que la mirada se detenga en la dificultad y en la complejidad como punto de partida. ‘Remains’ es reflejo de un avance y de un proceso de cambio en el que la artista interroga, no sin extrañeza al medio sobre la objetividad impuesta como filosofía de vida, una metáfora de aquellos restos que la enfermedad nos deja expresados a modo de manchas, trazos y líneas transformados en cicatrices pictóricas.
Durante el proceso busca transmutar el resultado final e interpela de manera estética a los elementos, dando lugar a una escena en la que las narraciones se suceden y los choques se dominan unos a otros en una colonización del espacio pictórico ajeno a la idea de sumisión.
Entendiendo la práctica artística y educativa como vehículo que nos adentra en otras realidades, sus procesos se apoyan en un pensamiento disruptivo, crítico y transformador.
Como si de una partitura se tratase, los ritmos y lecturas se suceden generando una correspondencia entre espacio interior y subjetividad, donde lo personal entra a formar parte de lo que ella denomina metáfora de la descontextualización. Un lugar expositivo en el que los discursos circulan en diversas direcciones y donde puede materializar los conceptos apropiándose del significado de las formas y colores para hacer suyas las superficies.
Por medio de su trabajo, Rebeca nos invita a mirar a través de otra lente, a reflexionar sobre diversos contextos para entender que el espejismo de realidad al que nos enfrentamos es sólo una apariencia, que el reto es otro. Ella nos demuestra que su escenario se independiza y que ahora por fin en este terreno, la dominación es algo ya del pasado.
Diana Guijarro
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