Testimonios de parejas dedicadas a la cultura (I)
Fiona Songel (La Primera) y Alberto Haller (Barlin Libros)
María Bastarós y David Pascual (Mr. Perfumme)
12 de mayo de 2020
La magnitud del derrumbe económico provocado por la pandemia es todavía imposible de calcular. Lo que sí se puede augurar es que la cultura, pese a la inyección de 75 millones del Gobierno, va a ser uno de los sectores más afectados. Si ambos progenitores de un núcleo familiar se dedican a ella, la posibilidad de supervivencia se complica gravemente.
MAKMA invita a varias parejas que se encuentran en estas circunstancias a explicar su situación, sus inquietudes y expectativas de cara al futuro. Los primeros que participan en esta serie pertenecen al mundo de las letras. Son la librera de La Primera, Fiona Songel, y Alberto Haller, editor del sello Barlin Libros. También María Bastarós y David Pascual (Mr. Perfumme), escritores y todoterrenos del mundo cultural.
Songel inauguró el pasado otoño, en la calle Guillén de Castro de València, la librería La Primera y Haller, que también tuvo una época de librero, dirige la editorial Barlin Libros, con tres años de vida y 16 títulos, la mayoría ensayos. Entre ellos las sinergias profesionales son constantes. La Primera acoge actos de Barlin Libros y Songel sugiere novedades al editor, como un libro relacionado con la etapa Greenwich Village de Bob Dylan que saldrá en noviembre.
Lo que más preocupa a ambos es «la constante incertidumbre que impide elaborar planes a medio plazo, pues no podemos planear nada en vistas a un futuro si no contamos con un calendario más o menos fiable. El miedo es inevitable, ya que formamos parte de los dos sectores más golpeados tradicionalmente por las instituciones: cultura y autónomos». Sobreponiéndose a la angustia, «lo único que esperamos es poder seguir dedicándonos a hacer y vender libros, a generar y proveer cultura en formato papel».
En cuanto a las medidas que debería tomar el Gobierno para mitigar los daños, proponen «una compra masiva de libros destinados a bibliotecas, acción que beneficiaría al sector y también repercutiría en el resto de la sociedad».
La sugerencia de Songel y Haller se ha convertido en realidad, pues la Conselleria de Cultura destinará casi un millón de euros a la compra de libros y obras de arte.
La cultura como oenegé
María Bastarós y David Pascual se conocieron, en 2016, en el festival Tenderete. Bastarós ha comisariado numerosas exposiciones de creación contemporánea y compagina esa ocupación con la escritura, además de dar cursos de escritura creativa para Fuentetaja. Con su novela de ficción ‘Historia de España contada a las niñas’ ganó el Puchi Award de 2018 y otros premios. Trabaja en su segunda novela, que saldrá el año que viene.
Con el nombre Mr. Perfumme, recuerdo de su etapa musical, Pascual ha publicado cinco libros (los últimos, ‘Saber Matar’ y ‘Transirak’), y ha participado en varias obras colectivas. Es coguionista de la película ‘Pobre diablo’, y ha trabajado también como guionista en el documental ‘Mystery of the pink flamingos’. Colabora con el colectivo teatral Colectivo Miss Panamá, y recita a menudo en directo «una cosa un poco loca que se podría decir que son poemas. Más o menos».
Juntos han publicado fanzines como ‘Napalm Spring’ y organizado eventos literarios como ‘Aullido, ant-ijam poética’. «Nos leemos el uno al otro y compartimos lecturas e influencias. Vivimos muy pendientes de la literatura, que en nuestra casa es el tema estrella. Compite solo con la comida y con el gato».
De esta situación les preocupa todo en conjunto. «Empezando por el papel de la derecha y la voluntad de la gente de salir a aplaudir a la sanidad pública y luego votar a partidos que no creen en los servicios públicos». A la precariedad del sector cultural se suma ahora «la delicada situación de las librerías y el retraso de los lanzamientos ya planteados por las editoriales». Por otra parte, sostienen que durante el confinamiento se ha generado una visión de la cultura «como una especie de oenegé del entretenimiento, que mantiene el ánimo de la ciudadanía de manera altruista, que invita a la abstracción y es felizmente gratuito, ofrecido por sus propios creadores».
Sin embargo, opinan, «la cultura de verdad, la que debe protegerse, es incómoda, invita al pensamiento crítico, y para producirla sus creadores deben percibir un sueldo digno que les permita dedicarle el tiempo y la energía que merece».
Sus inquietudes ante el incierto futuro son las mismas de antes, pero más acusadas. «Una sociedad precarizada es una sociedad que no consume cultura, y eso conforma un círculo vicioso que hace que lo único que se produzca sea ‘cultura del entretenimiento'».
Pese a las crecientes dificultades, esperan salir de esta, aunque laboralmente algo tocados. «Hay una visión romantizada de la creación cultural que es muy nociva y que se ha agudizado durante la crisis del coronavirus. Los trabajadores de la cultura no podemos ser considerados como trabajadores ‘por amor al arte’. Nuestro tiempo y energía no son una ofrenda gratuita a la sociedad ni debe serlo. Queremos vivir como el resto de trabajadores, queremos estabilidad económica y justicia fiscal, queremos cobrar por nuestro tiempo y que los frutos de nuestro trabajo sean debidamente considerados y pagados».
En cuanto a las medidas que el Gobierno debería tomar, proponen que el pago de autónomos se haga en función de lo facturado. «Lo contrario es una injusticia muy grave que nos precariza y convierte la cultura en un territorio hostil para el trabajador, especialmente para quien empieza», concluyen Bastaró y Pascual.
Bel Carrasco
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