Ana Roqui

#MAKMAMúsica
Entrevista a Roqui Alberto y Ana Sanahuja (Versonautas)
En Floristería Sueca 13
Sueca 13, València
‘Preludio a la lentitud’
Roqui Albero (voz, trompeta, marímbula) y Ana Sanahuja (voz, piano, sintetizador)
Mirada escénica: Pablo Rosal
Vestuario: Teresa Juan
Iluminación: Ximo Rojo e Hipólito Patón
Teatre El Musical
Plaza del Rosario 3, València
16 de diciembre de 2022, a las 20.00h

A Roqui Albero y Ana Sanahuja (Versonautas) les gusta mezclar la música, el teatro y la poesía para provocar cierta experiencia sensorial en el público. Una experiencia diríase mística, próxima a aquella “noche oscura con ansias, en amores inflamada” de San Juan de la Cruz, pero también, por qué no, a esa otra más oriental del haiku de Basho: “El viejo estanque, una rana se zambulle; el sonido del agua”.

“Siempre buscamos algo que nos sorprenda en la forma y en el lenguaje”, dicen, cuando están a punto de grabar en directo su última propuesta ‘Preludio a la lentitud’, durante su actuación en el Teatre El Musical del próximo 16 de diciembre. “Va a tener algo de arte bruto, con el directo y las posibles toses, de manera que habrá algo de la textura, del gramaje, que te lleva a cierto regreso y no al progreso vinculado con esa cosa tan nítida del sonido de estudio”, subraya Sanahuja.

Versonautas, nacido del fervor de estas dos almas inquietas hace ya casi una década, dicen que fue un nombre cedido por el igualmente inquieto Jorge Drexler, con quien ha tocado Roqui Albero en diversas ocasiones. “Durante el transcurso de un espectáculo creado para los carnavales de Cádiz, se le ocurrió, al escucharnos, el nombre de Versonautas, porque nos veía como unos viajantes de la galaxia”, explica Albero.

Unos viajantes que mezclan diversas disciplinas en sus proyectos artísticos, desde lo poético a lo musical, pasando por lo teatral y performático, para conformar unos espectáculos diríase alucinógenos, sin necesidad de tener que recurrir a sustancias psicotrópicas, más allá de las propiamente creativas.

Ana Sanahuja y Roqui Albero, en un momento de la entrevista realizada en Floristería Sueca 13 de València. Foto: Fernando Ruiz.

“Nuestras propuestas surgen de la espontaneidad, más que de la rebelión; del encuentro entre lenguajes que nosotros trabajábamos anteriormente. En su momento, nos dimos que un día tan pronto estábamos en un festival de teatro, como en uno de poesía y al día siguiente en uno de música, y dentro de la música, unas veces en la clásica, el arte sonoro, la experimental, la electrónica. Estamos, de hecho, en una era de márgenes que se encuentran, fronteras que se solapan unas con otras”, señala Sanahuja.

“No hay que tener miedo a hacer algo que a lo mejor es distinto y que no sabes lo que pasará. El arte, por ser arte, no siempre te mantiene en un lugar creativo, has de estar alerta para no encasillarte”, dice Albero. La introducción de instrumentos novedosos o, al menos, que no encajan en propuestas más tradicionales, también añade a sus espectáculos un aire entre cálido y metafísico, como, por ejemplo, la presencia de la marímbula en el espectáculo que presentan en El Musical.

“A veces surge por una casualidad. La marímbula nos la encontramos, empezamos a trabajar con ella y nos pareció que tenía esa sonoridad de lo viejo, que no sabes muy bien lo que es; nos inspiraba. Nos dio mucha fuerza creativa”, resalta Albero. “El instrumento proviene de Cuba y Cuba es lentitud, tienen otro tempo. Entonces, que la marímbula venga de un país así, con esa madera vieja y destartalada e imperfecta, te genera esa sensación de, en vez de progreso, regreso”, agrega Sanahuja.

Ana Sanahuja y Roqui Albero, en un momento de la entrevista. Foto: Fernando Ruiz.

Preludio a la lentitud, ¿por qué? ¿Estáis en la antesala de una lentitud a la que todavía no habéis llegado o queréis llegar, pero después de cierta preparación?

Roqui Alberto (RA): Igual es una prudencia para no querer dar lecciones a nadie. Proponer un estado a partir del cual podamos entrar en cierta grieta del tiempo; ese lugar donde el tiempo en cierto modo desaparece y te encuentras plácidamente. Preludiamos ese estado para no dar lecciones acerca de lo que sea la lentitud.

Ana Sanahuja (AS): El espectáculo es como un entrenamiento sensorial, para que la gente sea responsable de su propio vuelo una vez sale de esa meditación colectiva. Nosotros les preludiamos para que luego ellos despeguen. Es casi una sesión pedagógica: cómo nace la música de una nota y, a partir de ahí, vamos relatando cómo se gesta a través de la repetición, de la espiral, del enroscamiento.

¿Es una oda contra el capitalismo salvaje, donde solo cuentan las prisas por producir?

AS: Más que un espectáculo político es un espectáculo poético, aunque política y poética vayan muchas veces de la mano.

RA: Cuando está demasiado clara la ideología de quien hace una obra de arte me genera incomodidad. Lo poético ya tiene suficiente fuerza política. En nuestra obra, no hay una crítica al capitalismo, pero obviamente estamos en desacuerdo con muchas cosas relacionadas con la velocidad y el exceso de la producción.

AS: De hecho, hay una frase en el texto que dice que el mal del siglo es estar ocupado, y estar ocupado, como decía María Zambrano, en tareas consumistas, no espirituales. Y ahora más con las redes sociales. Estamos en una época en la que se ha sustituido el descanso por el ocio. Y eso es un ruido que hemos incorporado nuevo, de manera que la lentitud es, para mí, quitarle ese ruido a la vida. El único bien duradero tiene que ser la concentración.

Ana Sanahuja, en un momento de la entrevista. Foto: Fernando Ruiz.

El rapero puertorriqueño Tego Calderón canta: “Ando sin prisa, pero tu lentitud me encoleriza. ¿Puede llegar a poner nervioso la lentitud?

AS: En una residencia artística que hicimos en Almussafes, empezamos muy lentos y hubo algún espectador que al principio se puso nervioso. Pero la lentitud, para mí, no es tanto una cuestión de más o menos velocidad, sino un estado de concentración, meditativo. Hay dos tipos de tiempo: uno el que te ocupa con diversas tareas y otro el que, teniendo que realizar esas mismas tareas, las haces con cierta cadencia, y este tempo genera otro estado que posibilita esa grieta hacia un tiempo más espiritual o mágico.

La razón, decía Pascal, obra con lentitud y la pasión, en un instante. ¿Vuestra música es más pasional que racional o al contrario?

RA: En este proyecto hay un cierto devenir, en el cual hay una dinámica que sube y baja, y no tiene tanta racionalidad como otros proyectos anteriores, donde al hacerlo en estudio había como una parte más calculada. Esta vez -por eso lo vamos a grabar en vivo-, hay improvisación y prevalece la espontaneidad.

AS: De hecho, lo que decimos de este espectáculo es que no es una cosa apolínea, sino más dionisiaca. Hay momentos instrumentales, sobre todo, más salvajes e imperfectos, que en ‘Astro azul’, donde quizás fuera todo más medido. Hay instantes de mucha furia y donde el cuerpo se abandona más.

Precisamente en ‘Astro azul’ hablabais de lo que nos cuesta cambiar de paradigma, de forma de conducirnos en la vida. ¿Os interesa reflexionar a través de vuestras propuestas?

AS: Con Versonautas venimos de la música, pero la parte poética te lleva a la parte filosófica. De hecho, creo que fue en Zaragoza donde alguien nos dijo que lo nuestro podía entrar en un festival de filosofía, porque, claro, hay pensamiento. Habría que decir que ‘Preludio a la lentitud’ es más universal que ‘Astro azul’, que parecía más una experiencia personal.

Roqui Alberto, durante la entrevista. Foto: Fernando Ruiz.

Vuestra música poetizada o poesía musicalizada, parece terminar sonando a lo que Karuki Murakami describía como “un pedazo de hielo que va derritiéndose”.

AS: En ‘Astro azul’ queríamos madera, queríamos calidez, que sonara acústico y menos electrónica. Pero, en lo que dices del hielo, es como cuando estás mirando un cuadro, que a lo mejor tienen que pasar 20 minutos para penetrar en él. La repetición de estar mirando hace que entres en ese estado de lentitud, como en un trance.

RA: No se trata de no hacer nada, sino de saberte conectar con los trances. Esa capacidad que el humano ha tenido siempre de abstraerse en algo, igual lo perdemos con tanta máquina que nos hace un poco presos de una constante actividad.

¿Vosotros también necesitáis un tiempo en vuestros espectáculos para ir entrando en trance?

AS: Si tú no entras en trance, el público tampoco entra.

RA: Nosotros mismos hemos tenido diferentes ceremonias personales para que eso se dé, desde tomarse un whisky a veces, hasta quedarse un rato con la gente antes de empezar.

AS: Hay momentos que notas en que se produce una bola de energía en la que estamos todos a una y eso tú lo sientes y percibes que lo está sintiendo también todo el mundo. Y hay otros instantes de cierta desconcentración, que sabes que está ocurriendo igualmente fuera.

Cartel de ‘Preludio a la lentitud’, que acoge el Teatre El Musical de València.

¿Estáis próximos, por aquello de manejar códigos alejados de lo convencional, al surrealismo o dadaísmo?

RA: Nos gusta, pero no creo que seamos tan dadaístas.

AS: Es un espectáculo sensorial, no racional. Es como entrar en un hechizo, en una grieta, en una especie de paraíso itinerante, que tiene que ver, de nuevo, con la lentitud.   

¿Se os ocurre algo positivo a favor de las prisas?

RA: Hombre, a veces hay que darse brío, porque, si no, tampoco es bueno. El estar alerta, activo, te lleva a saber que cuando toca una cosa no toca la otra.

AS: No estar disperso, aturdido con ruido, te lleva al estado de lentitud que luego desemboca en ser rápido en aquellos momentos que tienes que serlo.

RA: Eso pasa con los pintores, que se pasan muchas horas preparando el lienzo y luego pintan rápido. Eso también forma parte del acto creativo.

Ana Roqui
Ana Sanahuja y Roqui Albero, en Floristería Sueca 13, junto al piano con el que tocarán en el Teatre El Musical su ‘Preludio a la lentitud’. Foto: Fernando Ruiz.