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‘Ruedo ibérico. Un exilio intelectual en tiempos del franquismo’
Con la colaboración de la Fundación Antonio Pérez de Cuenca
Sala Alfons Roig
Museu Valencià de la Il·lustració i de la Modernitat (MuVIM)
Quevedo 10, València
De junio a septiembre de 2022
Cinco amigos exiliados en París -Pepe Martínez Guerricabeitia, Nicolás Sánchez Albornoz, Elena Romo, Vicente Girbau y Ramón Viladás- deciden fundar en octubre de 1961 la editorial ‘Ruedo ibérico’. Desde ese momento, y hasta su clausura en 1982, llegaron a publicar un total de 66 números de la revista y alrededor de 150 libros -entre ellos, ‘La guerra civil española’, de Hugh Thomas-, con la intención de ofrecer una visión alternativa a la que ofrecía el régimen franquista, colmando así el vacío derivado de la censura.
El MuVIM, en colaboración con la Fundación Antonio Pérez de Cuenca, acoge ese legado en la Sala Alfons Roig, reuniendo todos los ejemplares publicados, junto a cartas, publicaciones y diversa documentación, en diálogo con una serie de pinturas, dibujos y grabados de artistas como Antonio Saura, Manolo Millares, Eduardo Arroyo, José María Gorrís o Ricardo Zamorano, que contribuyeron con sus trabajos a la revista.
‘Ruedo ibérico. Un exilio intelectual en tiempos del franquismo’ pretende, sin las barreras físicas que tuvieron sus protagonistas, mostrar el resultado de tan ingente contribución editorial liderada por el anarquista Pepe Martínez, hermano del coleccionista Jesús Martínez Guerricabeitia, cuya colección de arte contemporáneo forma parte de la Universitat de València, ahora en manos de su hijo José Pedro Martínez, que es quien ha cedido la foto de su tío que preside la exposición.
Jesús Carrascosa, director de la Fundación Antonio Pérez, se refirió, en cierto momento de la presentación, a una pregunta que se hizo a sí mismo el propio Antonio Pérez -en cuyo archivo están las revistas-, dirigiéndose a un conocido amigo: “¿Todo esto que ocurrió era verdad?” Quería, por medio de esa interrogación, manifestar su asombro por los hechos acontecidos durante el franquismo y de los que ‘Ruedo ibérico’ se hacía eco mediante artículos críticos que luego se difundían de manera clandestina.
Ese carácter fantasmal de cuanto ocurre bajo regímenes dictatoriales -allí donde la libertad de expresión y, más sucintamente, la libertad a secas, es conculcada- atraviesa el conjunto expositivo, ya sea por el color gris de la mayoría de las obras o bien por esa sensación de asistir al encuentro nostálgico con una editorial que, eso sí, pervive en la memoria de muchos gracias a la labor de quienes se resisten a su olvido.
Amador Griñó, jefe de programación del MuVIM, se refirió a José Martínez Guerricabeitia como “un salvavidas contra el franquismo”, aunque luego señalara la decepción que supuso su desmemoria: “Al volver la democracia es lo primero que se olvidó”. Falleció en 1986, en su casa de Madrid y en extrañas circunstancias. Rafael Company, director el museo valenciano, recordó que la publicación de ‘Ruedo ibérico’ “cayó como una bomba en España”, molesto el régimen con sus mordaces artículos, levantando ampollas especialmente uno dedicado al Opus Dei.
En ‘Ruedo ibérico’ escribieron desde Jorge Semprún a Fernando Claudín -ambos expulsados del Partido Comunista-, pasando por Juan Goytisolo, Joaquín Leguina, José Manuel Naredo, Salvador Giner o Pasqual Maragall. De hecho, José Martínez se encontró con Semprún y Claudín, tras su expulsión, y estos le pidieron que editara el texto de sus discusiones con el PCE. Discusiones que, si bien no fueron parte integrante de la revista posteriormente puesta en marcha, sobrevolaban entre los exiliados de izquierdas, a pesar de su frente común contra el franquismo.
“La revista pasó las vicisitudes propias de una editorial con apenas recursos”, apunta Carrascosa, quien recuerda cómo Antonio Pérez siempre ha estado dispuesto a ayudar, pero sin alcanzar un alto grado de militancia. “A Antonio no le podías pedir demasiado compromiso político con el Partido Comunista; él lo hacía a su manera. Es, como muchos otros, gente con espíritu muy libre”, añade el director de la Fundación Antonio Pérez, mientras va mostrando algunos de los hitos de la exposición, entre los que figura un tarro de cristal con vilanos -flor del cardo- en su interior. “Como dice que no puede atrapar las nubes, atrapa vilanos, que son lo más parecido”.
Igualmente, frágiles son los números de ‘Ruedo ibérico’ desplegados en la muestra, por aquel entonces sirviendo de salvavidas a quienes luchaban contra el “asfixiante régimen autoritario” (Company). ‘Ruedo ibérico’ cuyo nombre se lo puso Antonio Pérez inspirado en las novelas de Valle-Inclán, que traducía literariamente el ambiente esperpéntico de España, y que ahora, transcurridos otros 40 años, adquiere tintes similarmente grotescos.
‘Ruedo ibérico. Un exilio intelectual en tiempos del franquismo’ viene a complementar la de ‘¿25 años de paz?’ que acoge también la Sala Alfons Roig. Franquismo versus República manteniendo un pulso en el MuVIM, para que la reflexión en torno a tan agria disputa nos haga avanzar, de una vez por todas, hacia lo que el filósofo José Luis Pardo llamó, de forma muy atinada, “la nostalgia del futuro”.
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