‘Aquello que no sabéis de mi’ de Rafael Tormo i Cuenca
Comisariada por Izaskun Etxebarria
Galería Rosa Santos
Calle Bolsería 21, Valencia
Hasta el 8 de julio de 2016
Atreviéndome a definir en breves esbozos el trabajo presentado para ‘Aquello que no sabéis de mi’, de Rafael Tormo i Cuenta, parece simplificarse en la premisa de que el arte, o por lo menos ese que el susodicho artista crea, actúa como agente amplificador de la acción social. Nada más y nada menos. Todo un reto que ha conseguido, como Etxebarria ya anuncia en la hoja de sala, “(…) rememorar aquello que quedó vacío. Un vacío social, emocional,vital.” Estos tres últimos adjetivos pudieran ser tomados a la ligera, pero realmente actúan como fundamentaciones sintéticas de todo un discurso que el artista viene encajando dentro del mundo profesional del arte desde los años 80.
Con Rafael Tormo i Cuenca ocurre, como no podría ser de otra forma, que esta concepción social del arte le ha llevado hacia otras disciplinas no tan ligadas a las artes plásticas y visuales como tal, y se ha convertido en un auténtico generador de proyectos multidisciplinares versados sobre educación, danza, poesía, crítica, etc. Es quizá por esa mirada periférica que su obra resulta complicada de describir.
‘Aquello que no sabéis de mi’ la componen tres conversaciones en forma de video entorno a tres piezas clave que tratan de rememorar partes de la microhistoria que nos ha rodeado en las últimas décadas. Estos vídeos son una conversación del autor con distintos pensadores, en concreto, Miguel Ángel Martínez, José Luis Clemente, y Mijo Miquel. En primer lugar nos encontramos con ‘Implosió Impugnada 23. Batallar, batallem’, creada en 2012 a raíz del singular acontecimiento acaecido en la celebración del primer aniversario desde la famosa ocupación de la Plaza del Ayuntamiento de Valencia.
Cuando, tras un año de convulsiones, dicha manifestación terminó en la Plaza del Ayuntamiento, los participantes se encontraron de pleno con que la plaza había sido “ocupada” en esta ocasión, por una mascletà. Ocurrió un 12 de mayo. Este hecho se narra de manera secuencial a través de la técnica fotográfica. Seis libros enganchados cual masclets, una mesa de madera como contenedor formal y una intervención sobre los registros del Ayuntamiento sobre el hecho. Algo simple pero efectivo. El video reflexivo que acompaña a esta pieza es una conversación con Mijo Miquel, donde Rafael Tormo y ella reflexionan entorno a la idea de como el gobierno de entonces utilizó, como si de un arma se tratara, la propia cultura popular en contra de los manifestantes… Miquel apunta tajantemente que “siempre se utilizó”.
En la siguiente planta de la galería de Rosa Santos, podemos ver ‘Implosió Impugnada 21. Èxode ultralocal’ una propuesta entorno a la ocupación del espacio público, diferenciándose de la ocupación de la que hablábamos anteriormente, más allá de lo político y a través la fiesta, de lo folclórico… La carroza, ese elemento que, extraído de su entorno, nos resulta extraño, es el hilo conductor de la conversación entre Rafael Tormo y José Luis Clemente donde reflexionan acerca de los cambios que ha sufrido en la reciente historia y la manera en que se ha establecido como un elemento de empoderamiento de ciertas partes de la sociedad. La carroza engloba, en su propia concepción, lo popular y la ocupación del espacio, lo que le sirve al artista para reflexionar y ampliar su discurso.
Por último, ‘Implosió Impugnada 16. Rescat d’un relat’ es una ilustración sobre la catástrofe del pantano de Tous cuando, en octubre de 1982, la gota fría se hizo eco en la localidad de la Ribera de tal manera que acabó por desbordar la presa asolando todo a su paso. Tormo crea una pieza en la que nos muestra la cara directa de las personas afectadas, a raíz de un mural donde pueden verse sus documentos identificativos, acompaña la instalación de sonidos de voces, ininteligibles, que quizá cuenten la historia de esas personas o quizá no. La pieza audiovisual, esta vez con Miguel Ángel Martínez, cavila sobre lo intrínseco de la narración y de lo que implica el hecho narrativo, casi el recordar sin querer y cómo eso mismo, ya se configura como el rescate de un relato.
Nos encontramos al final del todo con sentimientos encontrados, prácticamente incómodos y, haciendo balance, nos damos cuenta de que el título de la exposición, ‘Aquello que no sabéis de mi’, no es una referencia autobiográfica a si mismo, sino más bien un guiño, un modo de sacar a la luz de manera reluciente aquello que como ciudadanos, por ende sociales, no sabíamos, o mejor, sí sabíamos pero no queríamos creer.
María Ramis
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