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Sean Baker
Premio Luna de València
38 edición de Cinema Jove
Festival Internacional de Cine de València
Del 22 de junio al 1 de julio de 2023
Bruce Springsteen, en su famosa ‘Born in the USA’, ya lo cantaba o proclamaba con su voz áspera: “Nací en Estados Unidos…Bajo las sombras de la penitenciaría, junto al fuego del gas de la refinería, llevo diez años quemando carretera, sin sitio adónde huir, sin lugar adónde ir”. Esa Norteamérica que, junto a la más luminosa del sueño americano, proyecta sus sombras alargadas, es la que retrata Sean Baker (New Jersey, 1971), a quien Cinema Jove ha concedido en su 38 edición el Premio Luna de València.
“¿Qué es el sueño americano?”, se preguntaba Baker en una entrevista en ‘El Periódico’. Y él mismo la respondía: “No estoy seguro. En los años 50 la expresión solía aludir a la posibilidad de alcanzar una vida confortable y segura, pero en algún momento se convirtió en mero sinónimo de riqueza y poder”.
“Lo que no admite duda” -señala acto seguido- “es que mis películas retratan a gente que se ha visto abocada a la economía subterránea, la pobreza y la marginalidad por el sistema capitalista. Y esa gente creció creyendo que Estados Unidos es la tierra de las oportunidades, porque así se lo hicieron creer”.
Cinema Jove ofrecerá una retrospectiva parcial de su filmografía: “Algunas de sus películas están en proceso de restauración”, subrayó Carlos Madrid, director del festival, para justificar esa visión “parcial” de su cine, si bien destacó el estreno en Valencia, a nivel nacional, de ‘Take out’, film en el que un inmigrante ilegal chino, que debe una importante suma de dinero, tiene apenas unas horas para conseguirlo.
Su presencia en València -Cinema Jove tiene previsto un encuentro del cineasta con el público y los medios de comunicación para 23 de junio a las 13.00h- permitirá recoger in situ las impresiones de este “pope del cine indie americano”, según calificación de Madrid. Sus películas, salvando las distancias, dibujan también el perfil de la sociedad del bienestar europea, con sombras similares bajo una luz igualmente próspera.
En ‘Red Rocket’, Baker le sigue los pasos a un actor porno acabado que, al regresar a su pueblo natal, se topa con las contradicciones inherentes a la marginalidad de quien se fue en busca de un sueño, sin querer ver sus aristas más oscuras. Todo en el marco de unas elecciones políticas que permiten al director mostrar su escepticismo hacia la clase política en general.
Como dice en una entrevista en ‘Vozpópuli’, al hilo de ‘Red Rocket’, “me da miedo mi país, da igual quién esté al mando de Estados Unidos”, para apuntar algo que tiene resonancias de proximidad: “Esta división que hay en nuestro país es lo más importante, porque ahora mismo parece que estamos al borde de una guerra civil”.
Si el cine -el buen cine- traspasa fronteras, más allá del contexto donde se localizan las historias, bueno será recibir la filmografía de Sean Baker con los brazos abiertos, para comprobar los paralelismos con cuanto sucede a nuestro alrededor. En ‘The Florida Project’, por ejemplo, narra las vicisitudes de una niña que vive en un motel próximo a Disney World, para poner el foco, de nuevo, en esa marginalidad sin hundirse en el dramatismo.
Como ha repetido Baker en diferentes ocasiones, aunque su cine escarba en esos personajes que malviven en los márgenes de la sociedad, no puede evitar usar el humor como antídoto contra la depresión. Es ese humor, esa risa sarcástica, otra de las características de su cine, junto a la indagación de la sexualidad sin tapujos, y el tono pop y colorista de su filmografía.
Carlos Madrid apunta que sus trabajos están trufados de personajes que buscan su lugar en el mundo, al tiempo que los recoge con su cámara de una manera respetuosa, “con cariño y solidaridad, sin por ello ahorrarnos la crudeza, la cara B de la prosperidad americana”, abordándolo con un talante experimental.
Así, el director de Cinema Jove resalta su utilización de cámaras digitales, junto al uso de película más convencional. Y pone el ejemplo de ‘Tangerine’, película realizada con un iPhone 5S encajado en un sistema estabilizador de Steadicam, o el de la citada ‘Red Rocket’, hecha en 16 milímetros y anamórfico.
Francesc Felipe, director adjunto de Audiovisuales y Cinematografía del Institut Valenciá de Cultura (IVC), califica a Sean Baker de ser “uno de los más implacables y certeros cronistas del lado más oscuro y deprimente del sueño americano”. Esa mirada ácida e histriónica de la marginalidad, en el marco de tan paradójica prosperidad, no ha sido óbice para alcanzar importantes galardones como el de Mejor Director del Círculo de Críticos de Cine de New York, por su película ‘The Florida Project’, o el Spirit Award por ‘Tangerine’.
Además del sueño americano, en cuyas sombras incide el cineasta de New Jersey, hay algo intrínsecamente humano que aflora en la mayoría de sus películas: “Todas tienen que ver con el aislamiento y la soledad”, según declaró en ‘Clarín’. Aislamiento y soledad como experiencia sustantiva, en medio de tanta adjetivación torpemente aclaratoria de su filmografía.
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