#MAKMAArte
Entrevista con Semíramis González, comisaria y gestora cultural
‘La práctica artística profesional’
Debate organizado por la asociación Mujeres en las Artes Visuales (MAV)
Con la participación de la artista Verónica Ruth Frías
Modera Sofía Albero Verdú
Centre Cultural La Nau
Universitat, 2, València
16 de octubre de 2023

En una ciudad tan grande como València suceden muchas cosas que merece la pena reseñar, pero que en ocasiones quedan desatendidas entre infinidad de eventos, encuentros, congresos, estrenos, inauguraciones y jornadas. Eso sucede especialmente si se trata de acontecimientos en los que las mujeres son las protagonistas; al igual que ocurre, por ejemplo, con el deporte femenino.

Con poca cobertura mediática, el pasado 16 de octubre tuvo lugar el diálogo ‘La práctica artística profesional’, organizado por Mujeres en las Artes Visuales (MAV), una asociación que opera a nivel estatal y que promueve la igualdad entre hombres y mujeres dentro de este sector.

La asociación vela por los intereses de las profesionales de los diversos ámbitos de las artes: investigadoras, artistas, comisarias, gestoras culturales, docentes, galeristas, periodistas especializadas, directoras, coordinadoras y técnicas de centros de arte, editoras, diseñadoras, críticas, coleccionistas, arquitectas, etc.

Habría que prestar más atención a la actividad de este grupo bien avenido, una banda organizada y peligrosa con un único objetivo: poner punto y final a la desigualdad de género. Algunas de las artistas y gestoras culturales más importantes de la ciudad se encontraban en el Aula Magna del Centre Cultural la Nau, compartiendo experiencias, ideas e información de vital importancia sobre sus condiciones laborales para combatir la precariedad que afecta a todos los profesionales del sector, pero especialmente a ellas.

semiramis gonzalez, feminista
Semíramis acompañada de otras artistas y gestoras culturales. Foto: Miguel Ángel Navarrete.

Con ocasión de este acto entrevistamos a Semíramis González (Gijón, 1988), orgullosa asturiana, comisaria de exposiciones, gestora cultural y feminista. Actualmente, organiza el ciclo de performance de mujeres artistas ‘Visión y presencia’ en el Museo Nacional Thyssen-Bornemisza y es directora artística de la agenda cultural del Instituto de las Mujeres. También ha sido directora de las ferias de arte contemporáneo JUSTMAD (Madrid) y JUSTLX (Lisboa) entre 2018 y 2022.

En los últimos años, has dirigido el ciclo de performance de artistas mujeres en el Museo Nacional Thyssen-Bornemisza. ¿Con qué actitud y con qué objetivos te enfrentas a este proyecto? ¿Qué crees que era importante contar con la selección de artistas que has realizado?

Cuando me propusieron hacer el ciclo de performance, lo que buscaba era dar visibilidad al trabajo de creadoras que trabajan en una disciplina que tampoco es nueva. Pero quería utilizar una plataforma como es el Museo Thyssen-Bornemisza, uno de los tres museos más importantes de España, para ayudar en la profesionalización de estas artistas y hablar de distintas temáticas de interés en el presente: el cambio climático, la violencia machista, la cuestión racial… Temas sociales, pero expresados a través de una forma artística que es muy vivencial, que es única.

Solo la gente que ha podido acudir a esa performance sabe lo que experimentó, por mucho que hagamos vídeos o fotografías. El museo tiene la inmanencia de su colección permanente y aquí se enfrenta a algo que es efímero.

Una suerte del trabajo de comisariado es aprender constantemente, encontrar nuevos puntos de vista. Con la cuestión racial, por ejemplo, yo aprendo todo el tiempo, y eso es lo importante. Sobre este tema, la primera performance que organizamos fue la de Agnes Essonti, pero, además, ahora ha habido una de Amapola Prada, que es una artista peruana. Mientras escuchaba la lectura de un texto de un autor del siglo XVI que nunca viajó a América y habló todo el tiempo de los indios como salvajes, ella limpiaba el suelo con esta connotación simbólica del trauma histórico.

Foto de familia tras las jornadas. Foto: Miguel Ángel Navarrete.

La que hemos programado en diciembre hablará de la cuestión de dónde están los cuerpos morenos, los cuerpos indios, en las representaciones de los museos; que son dispositivos coloniales en sí mismos, cronológicamente, pero también en su ideología, y cómo atravesar ese dispositivo con la realidad del mundo actual.

También eres directora artística de la Agenda Cultural del Instituto de las Mujeres, perteneciente al Ministerio de Igualdad. Este ha sido un ministerio muy criticado, y muchos ciudadanos (sobre todo ciudadanos, con “o”) piensan que supone un gasto innecesario para las arcas del Estado. ¿Qué ha significado para ti trabajar para el Ministerio de Igualdad y por qué es tan necesaria esta inversión?

Yo, en realidad, trabajo con el Instituto de las Mujeres, que es un organismo autónomo dependiente del Ministerio de Igualdad. El Instituto de las Mujeres está celebrando su 40 aniversario, tiene más años que el ministerio, pero también es interesante lo que cada uno de estos organismos ha supuesto, no solo para el avance de las mujeres, sino para el avance de la democracia. El avance de las mujeres es un avance democrático.

Más allá de las opiniones sexistas que no entiendan lo que es la igualdad de género –porque las mujeres no somos un colectivo, somos la mitad de la población humana–, yo creo que hay muchas otras instituciones que sí que son un gasto innecesario y yo no las cuestiono, sino que creo que son importantes para lo que queremos decir como Estado. Y, con todo lo que está pasando últimamente, se nos olvida la importancia de los valores que tenemos que tener como tal.

España, desde fuera, es un país moderno, un país progresista que defiende el colectivo LGTBIQ+, que defiende a las mujeres… Más allá de cuestiones partidistas, esto tendría que ser algo que defendiéramos como Estado. Eso sí que sería una ‘Marca España’. Para mí, que haya un Ministerio de Igualdad es una refrenda a que las mujeres tenemos derecho a ser escuchadas justamente y creídas, pero, además, es una representación de lo que como democracia queremos decir al mundo.

La Ley de Violencia de Género en el año 2005, por ejemplo, fue pionera. Es un modelo que copia Suecia, que copia Francia… En Alemania hay unas 100 mujeres asesinadas al año por violencia machista, pero no hay recuentos oficiales. Y estamos hablando de países que siempre tenemos como paradigmas de ser más modernos que el nuestro, y no es verdad. Nosotros tenemos algo que nos debería enorgullecer y que deberíamos defender como cuestión de Estado: los valores que defendemos. Estos valores son los que nos hacen diferentes.

En ‘La mujer y la pintura del XIX español’, Estrella de Diego habla de la obra perdida de las mujeres artistas, de las técnicas y de los géneros que se les permitía utilizar, y cómo el deterioro y el olvido de las obras hechas por mujeres dificulta la labor de las historiadoras e historiadores del arte. En ‘Historias de mujeres, historias del arte’, Patricia Mayayo compone una breve historia de las mujeres artistas y habla de los problemas metodológicos a los que se enfrenta para abordar esta tarea. Pero la perspectiva de estas dos autoras está enfocada sobre las obras del pasado.

Como comisaria de las ferias de arte contemporáneo JUSTMAD (Madrid) y JUSTLX (Lisboa), ¿qué problemas metodológicos te has encontrando desde las prácticas artísticas contemporáneas y cómo los estás enfrentando?

No hay un problema de fuentes en lo contemporáneo, de la misma manera que me da la sensación de que no ha habido un problema de fuentes en ninguna época. El problema está en cómo se crea el relato con posterioridad. Lo que Griselda Pollock llama «las incursiones feministas en la historia del arte». Decía que en la historia del arte había habido una incursión de relatos sexistas y la contraposición es hacer incursiones feministas.

De hecho, hay casos paradigmáticos como Rosa Bonheur, que tuvo un gran éxito económico e incluso se hacían muñecas a imitación de ella; era un icono. Y, sin embargo, ha habido que recuperarla porque ha sido una olvidada. Incluso aquellas artistas que han tenido un éxito comercial, a la hora de contar su historia, el relato es patriarcal y entonces desaparece.

Ponentes durante las jornadas. Foto: Miguel Ángel Navarrete.

En la actualidad, las mujeres artistas enfrentan otra serie de problemas, como es la precariedad… En el sector del arte la precariedad es intrínseca. El sistema del arte supone una constante vulnerabilidad e intentar sobrevivir cada día, para hombres y para mujeres. Aunque tenemos datos que nos dan un poco más de información. En el caso de las mujeres, se suma que suelen asumir la mayoría de las tareas de los cuidados, sus obras valen menos en el mercado… En ARCO no llegan ni al 26 % de los artistas representados, con lo cual sus obras se venden menos y acaban desapareciendo antes.

Por eso creo que la mirada feminista tiene que aplicarse en todos los campos del mercado, forzando a que las instituciones públicas tengan un compromiso no ya de comprar la misma cantidad de obras a mujeres y a hombres artistas, que ya más o menos lo hacen, sino de gastarse el mismo dinero en las obras de mujeres que en las obras de hombres.

La Ley de Igualdad del año 2007 es otra ley pionera e importante, pero que no se cumple. En el artículo 26, centrado en la cultura, se recomienda que las mujeres y los hombres aparezcan en número igualitario en los jurados… Pero la igualdad no se recomienda. O se exige y se impone con cuotas o no se consigue. Lula da Silva impuso una cuota obligatoria en universidades para personas negras, que no eran ni el 10 % de los estudiantes universitarios, pese a constituir una mayoría importante de la población de Brasil. Esto hace que se genere un cambio de tendencia a lo largo del tiempo, pero no es algo que se pueda simplemente recomendar.

Tiene que haber un cambio en la forma de historiar, en la forma de hablar del mercado, en la forma de hablar de los valores económicos de las obras de las artistas… Aplicar una mirada crítica y feminista a todos los aspectos de la creación. Un aspecto interesante es por qué no se sostiene alguien en este sistema y abandona la profesión. Más del 60 % de las mujeres artistas abandona su profesión entre los 22 y los 65 años.

Ahora, por ejemplo, acaba de salir una ley del Ministerio de Trabajo que dice que quienes hayan cotizado un día por media jornada cuenta como un día completo para la jubilación. ¿Quién no se llega a jubilar por trabajar a media jornada? Pues el 96 % son mujeres. Solo el 4,2 % de mujeres artistas tienen opción a jubilación. Hay que entender que las cuestiones económicas tienen una dimensión de género.

Fuente: Semíramis González.

Necesitamos más referentes de mujeres dirigiendo instituciones artísticas. El Prado todavía no ha tenido ninguna directora. ¿Qué comisarias o directoras de museos crees que están haciendo un trabajo destacable hoy en día? ¿Qué es lo que están haciendo bien?

Hay muchas comisarias haciendo cosas interesantes, por ejemplo Tania Pardo, subdirectora del Centro de Arte Dos de Mayo, que tiene un programa que trabaja desde la horizontalidad, reflejando los cambios en las formas de relacionarnos en el sector. También hay paradigmas como Elvira Dyangani en el MACBA, que es la primera mujer negra directora de un museo en España. Esto tiene que ser un cambio de paradigma para reflexionar sobre por qué hay una constante predominancia de lo blanco cuando, en general, el sector de las artes no es exclusivamente blanco.

Después, están Estrella de Diego, Rocío de la Villa…, comisarias que abrieron camino a las que hoy estamos trabajando. Yo creo que una de las cosas más feministas que hay es la genealogía, que es lo que nos permite romper ese silenciamiento de las mujeres, el adanismo, como que todo hubiera nacido de repente y no tuviera una tradición propia. El no tener genealogía me parece una trampa patriarcal.

Hoy en día, hay muchas comisarias que son ejemplo de diferentes maneras de abordar el trabajo curatorial, no solo en la temática feminista, sino también en las relaciones, en cómo nos relacionamos entre nosotros. La figura del comisario estrella es una cosa bastante caduca porque es muy antifeminista, en realidad. Las visiones verticales, autoritarias… La autoridad la da otra cosa que no es el orden y el mandato, sino la inteligencia, el diálogo, la filosofía…

¿Qué has encontrado en las artistas con las que has estado trabajando recientemente que más te ha interesado o emocionado? ¿Cuál ha sido la última vez que has conocido una artista o entrado en contacto con su obra y has dicho: “aquí hay algo especial”?

Hay una artista que me sorprendió mucho cuando estuve recientemente en SCAN, el festival internacional de fotografía de Tarragona, donde una artista llamada Lidiology presentó un trabajo muy interesante en el cual habla de abuso sexual infantil a partir de su propia historia. Lo interesante es cómo lo refleja, cómo lo lleva a lo artístico, que siempre es un campo poético y político. Eso que dicen las artistas Cabello/Carceller yo también lo creo: hay pocas cosas más políticas que la poética.

Cuando hablamos de feminismo, se puede decir tanto diciendo tan poco… Con la palabra, con la literatura, con la poesía, pero también con lo visual. En este trabajo, la artista sabía entrelazar algo muy terrible a través de algo visual que nos llega y nos toca otra fibra. Lo más importante es que algo te conmueva, para bien o para mal. Ni que te guste ni que te disguste, hay una fibra de ti que está vibrando. Y nosotras, como comisarias, actuamos como traductoras. Nuestra labor es presentar las obras casi sin intervenir para que ese encuentro con las personas se produzca y provoque transformaciones a largo plazo.

Semíramis González
Semíramis González en el Centre Cultural La Nau. Foto: Miguel Ángel Navarrete.