Magia a la luz de la luna, de Woody Allen
Intérpretes: Colin Firth, Emma Stone, Maarcia Gay y Jacki Weaver
Estados Unidos, 2014
Probablemente Woody Allen, para sobrevivir a la angustia de la vida y de la muerte, nos regala una película todos los años desde 1982. Cada año una historia diferente, pero todas ellas salpicadas con mayor o menor intensidad de su irónico humor que se trasluce en la verborrea y las situaciones neuróticas de sus personajes. Tras la agria comedia, Blue Jasmine, sobre la especulación inmobiliaria y bancaria y la venganza femenina, la simpática, entretenida comedia romántica Magia a la luz de la luna. Sí, Magia a la luz de la luna es una película entretenida. Con una narración concisa, clara y con buen ritmo consigue hacernos sentir la existencia menos molesta, por lo menos por dos horas. Y, ¡ya es mucho!.
Magia a la luz de la luna pivota sobre la dialéctica de lo material y lo trascendental, lo racional y lo irracional, lo inteligible y lo ininteligible, lo natural y lo sobrenatural, lo mágico y lo científico, lo masculino y lo femenino. Una dialéctica que Woody Allen inserta en la trama y en la caracterización de los personajes.
Veamos. El espacio temporal donde la historia se ubica ya marca ese contraste entre lo sensitivo-emocional y lo material-racional. La película está ambientada en el espacio apacible y estival de la naturaleza del mediterráneo francés a finales de los años veinte en plena expansión tecno-industrial. Y en ese ambiente surge la historia de amor entre el mago Stanley Crawford y la falsa médium Sophie. Él y ella enfrentados. Él, mejor mago del mundo, cuyos excepcionales trucos se sustentan en el conocimiento del pensamiento cognitivo, científico y tecnológico, frente a ella, una actriz desconocida, contratada para interpretar el papel de una mujer con poderes sobrenaturales. Él, invitado por un colega suyo para desenmascarar a esta médium, se ve envuelto en una farsa donde su pensamiento racional, científico, material se va a desmoronar.
Él frente a ella: ella mira a él, él mira a ella. Ambos atrapados por la mirada. Una mirada que atraviesa la conciencia racional de él hasta penetrarle en el corazón. Y surge el amor: un sentimiento que nace de lo irracional-inconsciente de la mirada.
Magia a la luz de la luna nos cuenta una sencilla historia donde el amor atraviesa la dialéctica de lo material y lo trascendental, lo racional y lo irracional, lo inteligible y lo ininteligible, lo natural y lo sobrenatural, lo mágico y lo científico, lo masculino y lo femenino. Fin.
Begoña Siles
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