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Sergi Pérez Serrano, gerente del IVAM
Entrevista de: Merche Medina y Salva Torres
Sergi Pérez Serrano hará el próximo mes de julio dos años como gerente del IVAM, cumpliendo así la mitad de su contrato. Llegó para subsanar lo que la Ley del IVAM de 2018 determinaba: la separación de las plazas de director y gerente, hasta entonces reunidas en una sola figura, que encarnaba José Miguel Cortés, quien accedió por concurso público a esa única plaza en 2014. Cortés se vio obligado a dejar su cargo en septiembre del pasado año, que es cuando cumplía su mandato a tenor de las nuevas circunstancias, para normalizar la situación. Durante un año, por tanto, la gerencia fue bicéfala.
Subsanada la duplicidad, Pérez Serrano ha ido trabajando en lo que considera debe ser el IVAM del siglo XXI. Su trayectoria (“un poco sui géneris para dirigir la parte no artística de una institución como el IVAM”, dice) pasa por el Banco Mundial, donde trabajó de cara a los países andinos en temas de gobernabilidad y anticorrupción, por un máster en Oxford (Reino Unido), por el regreso al Banco Mundial acompañando el proceso de paz de Colombia, antes de recalar en el Consorcio de Residuos para dirigir una institución “con muchísimos problemas de gestión de los residuos en el sur de la Comunidad Valenciana”, subraya.
Y al final, “por estas cosas de la vida”, terminó presentándose para ser el actual gerente del IVAM.
De gerente del Consorcio de Residuos, entidad encargada de la gestión y tratamiento de los desechos que generamos los humanos, a gerente del IVAM, donde lo que se produce, por resumirlo, es belleza. ¿Se pueden establecer paralelismos entre ambos cargos?
La gestión de los residuos también tiene su belleza [risas]. ¿Paralelismos? Muchos. Desde el punto de vista administrativo, los problemas que tiene el IVAM son similares a los que tienen otras Administraciones públicas. En primer lugar, cómo traemos una institución de 1989 al siglo XXI, desde el punto de vista de la gestión, pero también desde la sostenibilidad, que entraña el modo en que nos relacionamos con el entorno; cómo compramos, cómo nos involucramos socialmente con proyectos interesantes.
¿Qué te incitó a presentarte al concurso del IVAM?
Pues una cierta idea romántica de lo que era el IVAM. Desde mi adolescencia, este era el lugar donde parte de mi desarrollo intelectual sucedía. Era un espacio de libertad, de creatividad, un tiempo de plenitud. Entonces, esta parte digamos sentimental, emocional, poder llevarla al ámbito del trabajo, me parecía que era una gran oportunidad. La oportunidad de trabajar en algo donde uno no para de aprender. Además, conocía, y es público y notorio, que la institución tenía también serios desafíos de gestión. Por tanto, consideraba que era un reto acompañar esta segunda fase de modernización del IVAM.
Hay quien ha llegado a decir que las pandemias pueden llegar a tener más influencia en el devenir de nuestra cultura que los Gobiernos. ¿Llegar al IVAM en una situación como la actual es un riesgo, pero también una oportunidad?
La pandemia pienso que lo que ha hecho ha sido acelerar muchos de los procesos que estaban en ciernes. Procesos, por ejemplo, de digitalización, que permiten llegar a públicos que nos veían muy lejos. La pandemia también nos ha hecho mirar a lo próximo y de una forma más pausada. Igualmente, ha traído a primer término la relación con los pequeños proveedores del barrio, las pequeñas librerías y con un entorno que necesita muchísimo acompañamiento.
Y desde el punto de vista más amplio de la cultura, estamos dejando un poco más de lado esos grandes proyectos monumentales, para irnos a cuestiones que pasan más por vivir con los ciudadanos determinados discursos que son de actualidad en el escenario público. La sociedad ahora no demanda grandes proyectos, ni grandes arquitecturas, sino una mirada más centrada en el individuo y su ciudad.
Entonces, ¿consideras que las exposiciones espectáculo han llegado a su fin?
No sé si han llegado a su fin, porque eso le corresponde a la directora [Nuria Enguita]. Yo lo que estoy percibiendo es que estamos caminando en otra dirección y, desde el punto de vista del acompañamiento en la gestión, yo me siento plenamente feliz con eso.
¿Los museos son todavía decimonónicos, más pensados para comprar, almacenar y exponer, teniendo en cuenta que ese almacenaje necesita cada vez de más espacio, que a su vez termina siempre quedándose pequeño?
Los museos públicos compran no solo para almacenar y acumular obras de arte, sino que compran, en primer lugar, porque quieren contar cosas. Y, en segundo lugar, porque quieren generar industria cultural, lo cual hace que la acción pública tenga un peso importante en cuanto a la adquisición.
Ahora bien, ¿son los museos decimonónicos? Lo que estamos haciendo en el IVAM es un esfuerzo importante por convertirnos en un museo de pleno siglo XXI, siendo muy rigurosos en lo que compramos y por qué lo compramos, no solo desde el punto de vista administrativo, sino escuchando voces profesionales de primera magnitud. Nuestro principal desafío de gestión es convertir una institución como el IVAM en catalizador de cambio.
¿El IVAM, en este sentido, se está planteando el abordaje de nuevas temáticas o nuevos planteamientos para acercarse al público, el gran caballo de batalla de los últimos años en la gestión pública?
En cuanto a la generación de discursos, se está produciendo una variación en el IVAM. De manera que en la medida en que se va insinuando la programación de la nueva dirección, se observan determinados matices en ese sentido. Cuestiones de naturaleza medioambiental, de naturaleza social, el modo en que mejoramos la experiencia del visitante, cómo hacemos arquitecturas más inclusivas, más feministas, más pacificadoras con el entorno, que el IVAM se dé un poco la vuelta y mire más hacia el barrio. Todo este tipo de cuestiones están tomando una mayor relevancia.
El empresario Phil Crosby, en su libro ‘Reflexiones sobre la calidad’, dice que “el gerente más valioso es aquel que primero puede crear y, entonces, implementa”. ¿En qué proceso estás tú?
Es importante ser consciente de que uno, en posiciones como la mía, está de paso. De manera que es fundamental que mi paso por un espacio como éste sirva para hacer la diferencia, que consiste en acompañar una gestión que está creando nuevas formas de entender la gestión cultural y poner todas las facilidades para la consecución de esos objetivos. Objetivos que marca el Consejo Rector y la Dirección.
Para la consecución de esos objetivos, ¿no son un problema las continuas trabas de la maquinaria administrativa, cuya burocracia sigue siendo pesada, como se ha podido ver con las dificultades para poner en marcha el denominado Jardín de las Esculturas o Pati Obert, en la trasera del museo, y las que se aventuran con la futura ampliación del IVAM?
Tenemos que entender que estamos en un sistema multinivel de gobernanza. El IVAM es de la Generalitat Valenciana, pero en el Pati Obert intervienen al menos tres actores relevantes para ponerlo en marcha, sin olvidarnos del plano social, al que tenemos que atender siendo permeables. A mí me toca impulsar una de las partes más frustrantes y más desagradables de la gestión, que es la parte administrativo económica, pero estamos en un momento muy interesante, porque tenemos una Generalitat Valenciana que acompaña.
En los últimos años, hemos más que duplicado el presupuesto del IVAM, que ahora está en los 11 millones, de los cuales el 90 % es aportación de la Generalitat, mientras que el Estado ha mejorado su dotación, estando en torno a los 400.000 euros. Las aportaciones por mecenazgo son bastante pequeñas, de manera que queremos que la sociedad civil se involucre en el desarrollo de este gran museo colectivo que es el IVAM.
Tenemos además un Consejo Rector absolutamente involucrado en la gestión, al igual que unos actores en el entorno del mundo del arte y de fuera de él que también están dispuestos a acompañar este momento de puesta al día del IVAM. Y la parte administrativa estamos remando asimismo en esa dirección con toda nuestra energía.
Has hablado de que todos los actores implicados en el IVAM están remando en el mismo sentido, pero en el tránsito del cambio de dirección de José Miguel Cortés a Nuria Enguita hubo voces del Consejo Rector que mostraron su desacuerdo con el modo en que se llevó a cabo esa transición. ¿Se ha reconducido ese malestar?
Pues mira, para que os hagáis una idea, desde la llegada de Nuria Enguita a la dirección del IVAM, el 100 % de las decisiones que se han tomado en el Consejo Rector han sido por unanimidad. Cualquier fricción que pudiera haber en el ámbito de la transición entre un director y la directora está absolutamente superada.
Sí que es cierto que en aquel momento hubo dudas desde el punto de vista jurídico por parte de la Conselleria de Cultura sobre la viabilidad de la renovación del anterior director, al que se invitó a que se volviera a presentar, pero la nueva ley del IVAM de 2018, siguiendo la tendencia del resto de instituciones culturales del Estado, especifica que la figura del director y la figura del gerente, para ganar en rendición de cuentas, deben ir separadas. De manera que, insisto, cualquier fricción que hubiera en su momento está ya superada.
En el Plan de Sostenibilidad del IVAM se habla de ciertas carencias internas que son, por tanto, mejorables. Por ejemplo, la precariedad laboral, que parece un mal endémico.
Hay que entender que el IVAM no es solo lo que se ve. Las galerías para las exposiciones son el 34 % del Centre Julio González. De manera que el IVAM que vemos es el 34 % y el resto es lo que no se ve. En los sótanos de este edificio se custodian 14.000 obras de arte y, según dicen los que saben, parte de la historia del arte no puede ser contada sin algunas de las piezas de la Colección del IVAM.
Entonces, la conservación de esas obras, la política de publicaciones y otras cuestiones forman parte de ese IVAM que no se ve; por tanto, necesitamos personal, porque es la única manera que tenemos de cumplir con los objetivos que nos marca la ley. La temporalidad de los trabajadores del IVAM es altísima, pero ya tenemos la Oferta Pública de Empleo de los años 2017, 2018 y 2019, aprobada por unanimidad por el Consejo Rector y que será publicada en las próximas semanas.
En ese Plan también se habla de que el IVAM no dispone de un protocolo contra al acoso sexual, habiéndose presentado ya un II Plan de Igualdad que dice que del 56 % de mujeres que había en la plantilla en 2017 se ha pasado al 60 % en 2020. ¿A esto te referías cuando hablas de un IVAM ecofeminista?
Algo que hemos hecho en los últimos tiempos, y que forma parte de esta estrategia de traída al siglo XXI al IVAM, es otorgar una mirada feminista al museo como espacio de trabajo, al tiempo que nos hemos dotado de determinados instrumentos de prevención, como puede ser el protocolo de acoso laboral que llevamos el otro día al Consejo Rector. La idea es que el IVAM sea, laboralmente, un espacio mucho más agradable para trabajar, más allá de las cuestiones estrictamente relacionadas con el desarrollo de su actividad artística.
En tu experiencia laboral has desarrollado tareas en el ámbito de la anticorrupción, un tema especialmente delicado, vinculado con el pasado reciente del IVAM. ¿Qué hay previsto en este sentido?
Lo primero que hemos hecho es un análisis de vulnerabilidades relacionado con procesos de adquisiciones, de compras, detectando áreas de mejora. Estableceremos hitos que hagan que nuestra gestión sea menos vulnerable a las malas prácticas, acompañada de un código ético. También vamos a poner en marcha, en los próximos tiempos, la posibilidad de que cuando alguien intuya una mala práctica pueda disponer de mecanismos anónimos de denuncia. Una comisión independiente será la encargada de estudiar esa reclamación para que después, en función de su naturaleza, tome el curso que le corresponda.
¿Qué objetivos prioritarios te has marcado para estos cuatro de años de contrato como gerente del IVAM?
Yo me sentiría feliz con dos niveles de gestión. La principal satisfacción sería hacer real esa idea de convertir al IVAM en una institución del siglo XXI, que se codea cara a cara con las otras instituciones estatales e internacionales.
Perdón, ¿cómo se haría real ese objetivo?
¿Cómo se haría? Pues de muchas maneras: con unos fondos digitalizados y accesibles para el conjunto de la ciudadanía; con un acceso a públicos que en estos momentos no nos acompañan, pero que pueden hacerlo; con un gran programa de exposiciones materializado; con una renovación física de los edificios del IVAM, y con una implantación territorial más acorde con los principios de la institución. Y el segundo nivel de objetivos cumplidos sería posibilitar que la directora materialice su programa, acompañarla en esta etapa tan importante del IVAM.
Un IVAM que tendrá su ampliación en las Naus de Ribes, prevista para 2023, junto a la ejecución de otras obras más próximas e inminentes, ¿no?
En este proceso de modernización del IVAM, vamos a tener una revisión desde el punto de vista de la accesibilidad. Ahora comenzamos con la cafetería, recuperamos la tienda y después integramos los IVAM Lab para hacer un gran espacio de disfrute y mediación de cara a la ciudadanía. También recuperamos la terraza superior del IVAM, cuyas obras ya han sido adjudicadas por 1,1 millones, y desde la cual se podrán ver, antes de que acabe el año, las maravillosas vistas del skyline [línea del cielo] que tiene València.
Y el ansiado Pati Obert, eternamente anunciada su apertura, ¿para cuándo?
Bueno, lo que hemos hecho ha sido activar un diálogo mucho más fluido y operativo con las administraciones involucradas. Ya tenemos algunas mejoras evidentes: hemos mejorado en cuanto a limpieza, en cuanto a iluminación, etcétera, aunque es probable que se necesite un pequeño ajuste del proyecto. En cualquier caso, ese ajuste pasa por un proceso de escucha al entorno, que es la novedad fundamental.
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