Silmäterä, de Jan Forsström
Sección oficial de largometrajes
Festival Internacional de Cine de Valencia – Cinema Jove
Del 20 al 27 de junio
Madre no hay más que una, pero cuando su figura se engrandece hasta querer abarcarlo todo, siendo más-que-una la totalidad, surgen los problemas. Problemas para el hijo que, de sentirse protegido, pasa a reclamar el aire que le falta por tan asfixiante delirio de seguridad. Silmäterä, del director finlandés Jan Forsström, narra el caso de una de esas madres sobreprotectoras. Marja (Emmi Parviainen) es una madre soltera feliz de tener para sí a su hija Julia (Luna Leinonen Botero). Hasta que llega Kamaran (Mazdak Nassir) reclamando su paternidad, para desatar en ella un irracional estado de sitio en defensa de su queridísima hija.
Silmäterä se presentó a concurso en Cinema Jove después de que lo hiciera la rumana Roxanne, de Vali Hotea. Merece la pena su visionado una al lado de la otra, porque de la comparación entre ambas películas saltarían chispas en un debate posterior. En ambas hay dos hombres solicitando su justa paternidad, pero el destino de los acontecimientos es muy distinto en una y otra. En Silmäterä, Kamaran es despreciado como padre de esa hija, lo cual provoca sucesivos desatinos en la mente de Marja, mientras en Roxanne, la paternidad reclamada va encontrando apoyos, por dolientes que sean, en pos de una verdad que se le trata de ocultar.
Silmäterä, he ahí su principal virtud, ahonda en la sobreprotección de esa madre soltera, mostrando los estragos de su obsesión. La muestra sin caer en la tentación, tan posmoderna, de terminar deleitándose con el sin sentido al que convoca el progresivo avance hacia el abismo, de una mujer entrega a la defensa numantina de su hija. Kamaran, que tan sólo pretende el reconocimiento de su paternidad y poder conocer a Julia, será el detonante de la explosividad de Marja, posesiva hasta límites suicidas.
Jan Forsström debuta en el largometraje con Silmäterä, y lo hace con grandeza. No sólo por saber trasladar a la pantalla un material tan ignífugo sin quemarse, sino por hacerlo asumiendo riesgos en la interpretación por parte de dos jóvenes (jovencísima Luna Leionen) actrices. El salto al vacío le sale bien, porque la película sigue los avatares de esa madre y su hija, cuanto más unidas igualmente condenadas a un suicida aislamiento. Soledad que ya viene marcada por el trabajo nocturno de Marja y esa pléyade de trabajadores de diferentes países, a modo de metáfora de la difícil convivencia entre culturas diversas.
Forsström no rehúye este conflicto social, pero apunta en otra dirección: “Estoy también interesado en las cuestiones sociales, pero opino que son a menudo un subproducto de la psicología”. Y la psicología de esa madre soltera que tiende a proteger a su hija pistola en mano si hace falta, es lo que reclama toda la atención del director finlandés. Y a ello se entrega, mostrando el paulatino descenso a los infiernos de Marja, cuya irracionalidad se nutre de los fantasmas que van poblando su cabeza, por efecto de una maternidad que niega la función paterna.
Silmäterä, como ya sucediera en Nagima o en Ártico, otras dos películas a concurso, pero ofreciendo una salida bien distinta, habla de la maternidad y las dificultades para sacar adelante un hijo, cuando la existencia está cogida con hilos. Con tan finísima urdimbre emocional, Forsström teje una historia cuyo giro final la engrandece. Sin duda candidata al Premio Luna de Valencia.
Salva Torres
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