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‘La ventana que se abrió al cerrar la puerta’, de Sofía Zaragoza (@soycloto)
Colección Random Cómics
Penguin Random House, 2024
La mayoría de los jóvenes se buscan un hueco en el mundo laboral por los caminos trillados mediante estudios de uno u otro tipo, oposiciones, prácticas en empresas y demás. Pero tambien hay intrépidos, con ganas de emociones fuertes y aventuras, que se buscan la vida a pelo por otros derroteros, confiando en su instinto y su talento.
Acróbatas y trapecistas creativos que utilizan la red para difundir su imagen, sus ideas y atraer la atención de la comunidad virtual, obteniendo así la magia del reconocimiento, y un más difícil todavía: la posibilidad de vivir de ello.
Muchos acaban estrellados, pero también hay quien alcanza las estrellas. Es el caso de la joven valenciana Sofía Zaragoza (@soycloto), que acaba de publicar en Penguin Random House un libro ilustrado que ayuda a superar el duelo: ‘La ventana que se abrió al cerrar la puerta‘. Un soplo de aire que permite ventilar el espíritu.
En vista de su éxito en el espacio virtual, donde cuenta con 65.000 seguidores, la editorial le propuso el proyecto del libro, en mayo de 2023, y una vez convenido el tema –la superación del duelo–, Zaragoza lo resumió en siete capítulos a partir de la herida, hasta el amor y el adiós, pasando por las redes de apoyo, la culpa, el perdón y el reconocerse a sí misma.
Un libro de formato cuadrado, casi de bolsillo, colores pastel y numerosas ilustraciones de trazos deliberadamente infantiles con las que la autora subraya sus sentencias y consejos, plagados de ingenua sabiduría, que apelan directamente a la complicidad y a los sentimientos. Un cómic de autoayuda, se podría resumir.
Se presenta con estas palabras: «¿Qué viene después de una tragedia? ¿Cómo vuelvo a conectar conmigo misma después de una mala racha? ¿Por qué siento que no merezco las cosas buenas que me pasan? Seguro que alguna vez te has planteado una de estas preguntas, y es que, a veces, nos olvidamos de que, vivamos lo que vivamos, debemos aprender a querernos, a aceptarnos y a ser amables con nosotros mismos si queremos compartir este sentimiento con los demás».
Partiendo de un proceso personal de duelo que sufrió de niña, tras la muerte de una gran amiga, Zaragoza «comparte los aprendizajes que la ayudaron a dibujar un rostro más amable con el que enfrentarse a la tristeza y al miedo y a encontrar las herramientas necesarias para querernos como nos merecemos. El cuidado individual también es colectivo, por eso este libro está escrito desde el deseo de acompañar».
Sofía no es psicóloga ni terapeuta ni pretende serlo. «Tengo mucho respeto por los profesionales de la salud mental y nunca me metería en su terreno. Lo que intento hacer es transmitir mis propias experiencias con la mayor sinceridad por si le resultan útiles a los demás. Tengo poco pudor a nivel personal, me cuesta poco abrirme y si alguien me juzga por eso, paso totalmente».
Tampoco se considera influencer, «más bien, creadora de contenido, que es un término que abre debate sobre si se devalúa el concepto de artista, pero que me representa más que el término influencer». Iba para traductora, pero antes de graduarse tuvo claro que, en vez de traducir textos de otros, prefería generar sus propias ideas.
«De niña, era buenecita y tranquila, pero muy curiosa e inquieta», recuerda. «Mi deporte preferido era cambiar continuamente de materias extraescolares: música, ballet, dibujo… Muy joven, me puse a diseñar camisetas y venderlas por Internet, y empecé a pensar en la posibilidad de ganarme así la vida».
Lo que para muchos es un sueño imposible, para Sofía es una realidad construida a base de mucho esfuerzo y mucho riesgo. «Abrirse camino en este mundo desde la juventud y precariedad es complicado. Necesitas manejar un sinfín de herramientas para solucionar las dificultades que se van presentando y lidiar con muchísimo curro psicológico. Durante bastante tiempo, sufrí problemas de ansiedad debido a la inseguridad económica, pero lo he trabajado mucho en terapia y ya tengo más confianza en mis posibilidades».
Lo que comenzó siendo un salto en el trapecio sin red (pero en red) se ha convertido en un trabajo más estable gracias, entre otros factores, a Leticia Noguera, su mano derecha en el proyecto, a quien contrató para que le ayudase en su intensa rutina diaria. «Somos amigas, pero nuestra amistad creció precisamente en un momento en el que estuvimos trabajando juntas para Cloto. Ella me ayudaba con la preparación de pedidos de mi tienda. A día de hoy, ambas colaboramos en los proyectos de la otra».
Cloto es su alter ego o avatar, el personaje de la cuenta, cuyo sentido es materializar en palabras algo íntimo, captar sentimientos y emociones que, una vez expresadas verbalmente, resultan mucho más fáciles de compartir. En estos casos, muchas veces el público joven se siente más identificado con lo triste que con lo alegre: «Suele funcionar más el mensaje realista que el del mundo maravilloso y edulcorado. A veces, ayuda más entender lo que pasa visibilizando la tristeza que hacer como que no existe».
Tras la publicación del libro, Zaragoza tiene en marcha diversos proyectos como diseñadora e ilustradora. «Para Cloto estoy a punto de sacar la segunda temporada de un pódcast con Leticia: ‘La Sobremesa’. Tengo pendiente experimentar con nuevas formas de creación de contenido para redes y hacer diseños de tatuajes para clientes, y también voy a poner nuevos productos en mi tienda online (soycloto.com). Además, estoy dedicándome a crear un portfolio web para encontrar una agencia o repre que quiera trabajar conmigo para mover mi trabajo como ilustradora, que es algo a lo que me gustaría dedicarme en mayor profundidad».
Aparte de esos proyectos, colabora con Letizia Conceta en la parte visual de su proyecto musical y también con la organización y creación del contenido para redes, y con Roberto Hoyo. «Estoy siendo la montadora de su proyecto para redes, PlayLab, y seré la diseñadora gráfica de su próxima obra de teatro, ‘Don Roberto’».
Zaragoza es muy consciente de que nunca hubiera llegado hasta aquí sin el apoyo de sus padres y amigos. «Lo que me viene a la cabeza cuando pienso en los jóvenes de mi generación y de mi ambiente es ‘AMOR’ con mayúscula. Amor a su trabajo creativo y a ellos mismos».
¿Cómo imagina su futuro? «Espero seguir dedicándome a proyectos que satisfagan mi vena creativa, especialmente la ilustración y la escritura», concluye Sofía Zaragoza.
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