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Sorolla en la mirada del espectador | Rafael Alcón Traver
MAKMA ISSUE #06 | Sorolla Poliédrico
MAKMA, Revista de Artes Visuales y Cultura Contemporánea, 2023
Acercarse a Joaquín Sorolla es una experiencia intensa, emocionante y transformadora. Su obra conmueve e impresiona, y su personalidad despierta admiración y asombro. No hay nada en él que no genere un fuerte impacto en quien entra en contacto con su mundo creativo y personal, y quizás por eso es uno de los nombres más universales de la historia de la pintura.
La figura de Sorolla ha sido, y es, objeto de análisis desde múltiples perspectivas, como no podía ser de otra manera ante un artista tan prolífico y polifacético. La investigación académica, la exhibición artística, la docencia, la literatura o el cine han mirado hacia su legado e impulsado el conocimiento sobre su obra y, lejos de resultar reiterativo, cada nuevo proyecto que surge en torno al pintor valenciano descubre nuevos aspectos sobre su inmenso talento.
Esa capacidad de sorprender al espectador se ha hecho más notoria que nunca este año 2023, en el que dentro y fuera de España se le está rindiendo homenaje en el marco del Año Sorolla, que conmemora el centenario de su fallecimiento. Su obra se revela en muchos museos, entidades culturales y en eventos de todo tipo y siempre con un denominador común: el goce de presenciar un trabajo magistral.
Sorolla tenía una vocación inquebrantable. Su talento innato, unido a sus convicciones artísticas, a la pasión por lo que hacía, la seguridad en los pasos que daba y su enorme capacidad de trabajo forjaron un artista que hoy traspasa cualquier frontera al apreciar tan solo una de sus pinceladas.
Con esa inspiración, las entidades culturales tenemos la oportunidad de seguir extendiendo el conocimiento en torno a su creación a las generaciones actuales y futuras, con el reto adicional de adaptarnos a las necesidades que demanda el progreso de cualquier sociedad, generando proyectos accesibles y sostenibles que respeten la esencia del genio y que inviertan en la conservación y restauración de su legado para ofrecerlo en las mejores condiciones a quienes todavía no lo hayan descubierto.
Y es que, si la obra de Sorolla tiene un valor innegable, también es innegable que la implicación de las instituciones y las sinergias en la gestión cultural son piezas indispensables para dar a conocer al público este patrimonio.
Como amante del arte y presidente de una institución cultural, me he preguntado en muchas ocasiones qué significa Sorolla para el público. Conocemos los estudios de expertos y la valoración del sector artístico y cultural, y sabemos que Sorolla es siempre garantía de éxito entre los visitantes, pero ¿qué siente el espectador cuando se enfrenta a uno de sus lienzos? ¿Qué conecta a Sorolla con el alma de cada visitante generación tras generación?
Tras años trabajando en la difusión de su legado, me aventuro a responder que podría ser la autenticidad y la pasión, dos valores que le definían y que enlazan directamente con nuestras emociones más elementales.
Sorolla ha formado siempre parte esencial de la programación de la Fundación Bancaja, no solo a través de las exposiciones, sino también con otro tipo de iniciativas editoriales, didácticas y lúdicas que han puesto el foco en acercar su obra a público de todas las edades.
Desde que en 2007 se vieran por primera vez en España, en la sede de la Fundación Bancaja en València, sus paneles de ‘Visión de España’, hemos podido constatar cómo con el paso del tiempo se consolida el valor y reconocimiento de Sorolla como pintor único y universal. Desde aquella iniciativa que permitió gozar de su inmensa serie pictórica procedente de la Hispanic Society de Nueva York, hemos podido presentar al público más de 30 exposiciones en torno a Sorolla, la gran mayoría de carácter monográfico que, junto a talleres, publicaciones y otras acciones culturales, han acercado su trabajo y su persona a más de tres millones de personas.
Ese recorrido de la Fundación Bancaja en la exhibición de la pintura de Sorolla ha alcanzado este año la emblemática celebración del centenario de su muerte con dos grandes proyectos que nos permiten volver a sorprender en la presentación de su obra: ‘Sorolla en negro’, descubriendo al público la importancia del negro y los colores oscuros en su pintura, y ‘Sorolla a través de la luz’, una iniciativa que desarrollamos junto a la Generalitat para ofrecer la novedosa experiencia de disfrutar de grandes obras maestras del artista en convivencia con los mejores recursos tecnológicos para apreciar detalles de su magna producción.
En este camino estable y continuado en el tiempo en el ámbito de la divulgación de su obra, hemos construido y mantenido alianzas y colaboraciones con colecciones públicas y privadas de referencia en la producción de Sorolla y con entidades de prestigio como el Museo Sorolla, la Fundación Museo Sorolla, la National Gallery en Londres y Dublín, el Museo del Prado o la Hispanic Society of America, entre muchas otras. Instituciones que ponen en valor el esfuerzo de la gestión cultural en la difusión de Sorolla y que permiten situar en el lugar que corresponde a un creador de su envergadura y repercusión artística.
Sorolla consiguió ser en su época la viva imagen del triunfo de un artista y hoy, cien años después de su muerte, esa merecida fama y repercusión internacional crece sin cesar, situándole como uno de los grandes nombres de la pintura española moderna. Fue capaz de combinar el éxito internacional y su relación con las altas esferas sociales con el apego a lo cotidiano, la cercanía a su pueblo y el arraigo a su tierra.
Retrató a reyes, condes y marqueses, al tiempo que dedicaba lienzos a niños, ancianos y personajes anónimos. Plasmó la belleza del paisaje y la alegría de nuestras costumbres, pero también la oscuridad, la pobreza, los problemas sociales y la miseria. Vivió fascinado por la contemplación del entorno y convirtió su playa, su familia y su intimidad en un pilar al que aferrarse.
Dominó con virtuosismo la pintura al natural, pero también trabajó en estudio y en interiores. Viajó y conoció las vanguardias, pero fue capaz de mantenerse fiel a un estilo inconfundible. Se formó permanentemente y trabajó hasta la extenuación, sin olvidar dedicar tiempo a lo que le hacía feliz. En definitiva, un artista inimitable y excepcional que desde las entidades culturales tenemos la misión –y el placer– de promover.
Tenemos la suerte de que su vocación fuera tan férrea y su pasión tan visceral que, sencillamente, fuera incapaz de dedicarse a otra cosa que no fuera pintar. Tal y como él decía: “Yo no tengo receta porque creo que la pintura es un estado del alma. Hago la pincelada corta o amplia, según de lo que se trate y según el momento. […] El que sabe se tira de cabeza o de lado y siempre flota”. Al leer sus palabras parece sencillo lo que, sin lugar a duda, es extraordinario.
Unas líneas más arriba planteaba la cuestión de qué siente el espectador ante la obra de Sorolla. Y es posible que el artista fuera capaz de despertar en quien posa la mirada sobre su trabajo aquello que él mismo sentía al pintarlo. Quizás esa genialidad que desprende su figura y que tan vivamente plasmó en su pintura nos conecte con el poder de la belleza y nos haga atisbar, aunque sea de manera efímera, qué se siente al padecer el síndrome de Stendhal.
Este artículo fue publicado en MAKMA ISSUE #06 | Sorolla Poliédrico, en noviembre de 2023.
- Sorolla en la mirada del espectador - 28 diciembre, 2023