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Tipos 22
Participantes: Archivo Lafuente; Jesús Allende; Estela Momar; Natalia Fernández; María Boninsegna; Santiago López; Beusual; Carmen Quijano Studio; Celia Andrés Rumayor; Dani Rubio Arauna; Ingrave Estudio; Raúl García del Pomar; Stefano Obregón; Verónica Vicente Ruíz, Marta Cerdá; Mucho; R2; WePlayDesign
Muelle de Albareda s/n, Santander
Del 25 de noviembre al 12 de diciembre de 2022
Un año más, el Muelle de Albareda de Santander acogió la exposición ‘Tipos 22’ financiada por la Fundación Santander Creativa, patrocinada por el Gobierno de Cantabria, Mare, Cesine y Quinzaños Artes Gráficas, y con la colaboración del Ayuntamiento de Santander y el Puerto de Santander. Un total de ocho estudios de diseño cántabros expusieron su particular interpretación sobre un concepto del que reflexionamos más bien poco y al que parecemos temer: el espacio.
La muestra se ofreció con la intención de acercar el trabajo de estudios, diseñadores y estudiantes cántabros al público en general. Este año ha sido el turno de Beusual, Carmen Quijano Studio, Celia Andrés Rumayor, Dani Rubio Arauna, Raúl García del Pomar, Stefano Obregón, Verónica Vicente Ruiz e Ingrave Estudio.
Compartiendo espacio, pudo verse el trabajo de los ganadores del concurso ‘Tipos 22’: Archivo LaFuente, ganador del Premio Proyecto; Jesús Allende, Premio Trayectoria, o la ganadora del concurso de Jóvenes Diseñadores, Estela Monar. Así mismo, se incluyeron los proyectos de los tres finalistas de esta última categoría: Natalia Fernández, María Boninsegna y Santiago López.
Por último, cabe destacar la sección Diseños Ejemplares dentro de la muestra ‘Tipos 22’. En ella, participaron los estudios Mucho, R2, WePlayDesign y la artista Marta Cerdá.
Gracias a la calidad del trabajo de los participantes y a su localización privilegiada, los transeúntes tuvieron la oportunidad de desviar su atención del mar por unos minutos para curiosear entre las propuestas gráficas sobre el espacio.
El diseño gráfico lleva un tiempo considerable entre nosotros como para ganarse un respeto; no obstante, aún hay quien lo asocia con fines comerciales. El poder que ostenta esta disciplina va más allá de poner bonita una identidad corporativa o de hacer un cartel cuqui para vender una marca de refrescos azucarados.
La disciplina atraviesa los límites de lo “bonito” y del recurrente “me gusta”, con la intención de cambiar nuestra forma de conectar con el mundo, de instar a la reflexión, de mostrar una realidad cotidiana y convertirla en algo único o de ayudar a comprender el mundo que nos rodea.
Tal y como afirmó el diseñador Hans Hoffman, el diseño es “el intermediario entre la información y la comprensión”, y el gráfico no es una excepción: busca traducir lo incomprensible, de ofrecer un diálogo que conecte con el que está al otro lado de la obra.
En uno de los carteles de la exposición nos preguntan: “¿Cómo se adapta el diseño en un mundo dominado por el consumo masivo de imágenes?”. Somos yonquis de la imagen, nada nos sacia y, al mismo tiempo, no somos capaces de digerir todo lo que nos ofrecen.
¿Cómo lograr que la imagen sobreviva a esa vorágine salvaje de elementos visuales y no se convierta en simple ruido? La cosa no está fácil. El diseñador tiene por delante el trabajo de evitar que la imagen mate a la imagen. El usuario, por la parte que le toca, debe ser responsable y consciente, masticando con cuidado su ración diaria de imágenes, sin descuidarse para no terminar engullido por el ruido visual.
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