#MAKMAArte
‘Trau els ulls de la pintura’, de Uiso Alemany
Sala Jerónima Galés del MuVIM
C / Quevedo, 10. València
Desde el 21 de octubre de 2021
“Dice que esta serie de pinturas es más surrealista que otras anteriores”, avanzó Fernando Casto, comisario de ‘Trau els ulls de la pintura’ (Saca los ojos de la pintura), de Uiso Alemany. El propio creador lo precisó después: “Yo siempre he sido surrealista, pero me da la impresión que aquí estoy jugando más como un niño”. Surrealismo y niñez parecen, por tanto, ir de la mano en el proceso creativo de Alemany, con esa vuelta de tuerca que asegura haber imprimido a estas últimas piezas realizadas en 2019 en Sao Paulo y que se exhiben en primicia en el MuVIM.
Para entender el núcleo de esta experiencia artística bastará con evocar algunas sentencias de ilustres surrealistas o simpatizantes. Por ejemplo, Dalí, cuando dijo que el surrealismo era destructivo, aunque matizara que únicamente destruía lo que consideraba que limitaba nuestra visión. La pintora Remedios Varo pensaba que el surrealismo había contribuido, en general, lo mismo que el psicoanálisis lo había hecho en la exploración del inconsciente. Y, por último, el escritor Dámaso Alonso apuntó que el surrealismo era una especie de erosión del concepto.
Si agitamos estas tres sentencias, tendremos el destilado perfecto de lo que concita la obra de Uiso Alemany, que la Sala Jerónima Galés, de reciente incorporación al conjunto de los espacios del MuVIM, acoge a modo de “metavitrina” (Castro) del conjunto expositivo. Porque en su trabajo hay esa destrucción de la realidad conocida que estrecha nuestra visión. También se da una mirada que nada tiene que ver, valga la ligazón perceptiva, con el soporte anatómico de los ojos, sino con otra interior más pulsional, que viene a erosionar lo archiconocido.
“La obra no tiene que representar la realidad, debe explicarse por las emociones y el misterio que provoca”, señaló el artista de “extraordinaria jovialidad, un intempestivo de la pintura”, según el comisario; “un joven eterno por su vitalidad física”, apostilló Amador Griñó, jefe de exposiciones del MuVIM. De manera que los 80 años de Alemany, lejos de haberle apoltronado (“no está sentado en el cómodo sillón de la pintura”, señaló Castro), le ha ido sonsacando lo que desde siempre moviliza su pintura y que Picasso lo expresó con nitidez: “Cada niño es un artista, el problema es cómo seguir siéndolo una vez creces”.
Las 14 obras de gran formato y la veintena de mediano tamaño, que pueden verse en el interior de la Jerónima Galés, pero que se expanden hacia la calle a través del amplio escaparate de la sala, recogen ese espíritu del artista con amplia trayectoria a sus espaldas que, no obstante, se atreve a sacar los ojos de la pintura, para devolvernos una mirada que linda con esos otros mundos presentes en el nuestro, que nos inquietan y sorprenden.
“Mi obra es una incursión en la magia, en lo no explicable”, destacó Uiso. El comisario de ‘Trau els ulls de la pintura’ se refirió a esa mirada que va “más allá de la mirada convencional”, para adentrarse en terrenos insólitos mediante un proceso creativo que linda con la experiencia del inconsciente, que no es lo que está debajo de la conciencia, sino aquello que escapa a la lógica que gobierna la razón instrumental. “Él es un surrealista que confía en la pintura gestual”, puntualizó Castro.
Uiso Alemany ya expresó en otra ocasión su inclinación corporal a la hora de pintar: “Me gusta más lo que hace la mano que lo que piensa el cerebro”. Y así, dejándose llevar por los dictados del pulso creativo (la escritura automática de los surrealistas), Alemany diríase igualmente imbuido del soplo carnavalesco que convierte el espacio público en un lugar sin límites por donde campan a sus anchas los espíritus libérrimos. Espacio público que, en el caso del creador, es el lienzo donde germina esa mirada extraviada.
Griñó habló de “fuerza escópica” en la obra de Uiso Alemany, caracterizada por el despliegue de ese “mundo onírico y simbólico” que posee el artista valenciano. “Escribe jeroglíficamente en pintura”, agregó el jefe de exposiciones del MuVIM. “Aprovecha la curvatura del material para presentar una mezcla de lo humano y lo cotidiano, que produce la extrañeza de cierta naturaleza muerta”, afirmó el comisario, quien incidió en ese doble aspecto de su obra, cuyo “carácter visceral” no estaba carente de reflexión.
Fernando Castro, tirando del hilo del título de la exposición, aludió al sonido “muy edípico” que tenía ese “sacarle los ojos a la pintura”, por aquello de la ceguera con la que Edipo alcanza el saber en la mitología griega. “Es una manera de contemplar la realidad de forma distinta”, adujo el comisario. “El arte no se debe explicar, sino que es una emoción”, insistió Alemany, para quien la obra por sí misma ha de bastarse para ofrecer esa explicación, “si tiene esa capacidad”.
La treintena total de piezas que conforma la muestra ofrece otra particularidad señalada por Castro: “Hay muchos espacios blancos para que la mirada del espectador la habite”, siempre y cuando se atreva a entrar en ese mundo gestual, salvaje, primitivo y festivo de Uiso Alemany, “un viejo rockero” que, como apuntó el comisario recordando a esos grupos heavy que interpretan baladas, también sabe mezclar “lo visceral con la ternura; la hostilidad y la emoción”. Un surrealista que, sabedor del alcance de la pulsión, hace de tripas corazón para sacarle los colores a la pintura.
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