La sonrisa de las iguanas, de Pablo Sebastiá
Editorial Reino de Cordelia
Un periodista bipolar, una chica con trastornos de personalidad, un exhibicionista y voyeur, un esquizofrénico paranoide con tendencias homicidas. Una selecta fauna de chalados deambula por la última novela de Pablo Sebastiá, ‘La sonrisa de las iguanas’ (Reino de Cordelia), una demencial parodia sobre la España de la crisis y de los recortes. Todo empieza cuando Enric Marededú, concejal independentista del Ayuntamiento de Barcelona, sufre un prolapso, doloroso episodio de eclosión intestinal mientras intenta defecar en su cuarto de baño. Operado de urgencia es ingresado en un hospital público, donde comparte habitación con un joven gitano y su bulliciosa familia. Harto del follón, recurre a sus influencias para ser trasladado a una suite individual del Instituto Mental Europeo. Ignora que su estancia va a ser mucho más movida de lo que nunca pudo imaginar.
La acción de la novela se desarrolla en la sección de Agudos del Instituto Mental Europeo. ¿La locura ayuda a comprender mejor al ser humano?
La locura es intrínseca al ser humano. Todos estamos tocados del ala. Unos más y otros menos, pero no conozco a nadie que esté completamente cuerdo y equilibrado. Otra cosa es que, según el grado de sufrimiento mental de cada cual, se necesite más medicación o menos.
¿Hay chifladuras buenas y malas como ocurre con el colesterol?
No lo creo. La chaladura siempre genera tensión, estrés y angustia. Algunos lo sobrellevamos mejor que otros, pero no por ello dejamos de sufrir.
Un manicomio como metáfora de un país ¿Estamos todos locos o acabaremos estándolo si esto sigue así?
No hay escenario que nos sirva tan bien como metáfora de lo que es hoy España que un manicomio. La salud mental de los españoles está más que en entredicho.
¿Cuál fue la chispa que desencadenó en su cerebro este hilarante incendio forestal?
No fue una sola, sino muchas. Tal vez la primera fue ver como los españoles criticamos la falta de carrera profesional y de formación universitaria de nuestros representantes públicos para constatar, poco después, que en la agrupación política de moda, Podemos, si algo se echa en falta es precisamente la experiencia laboral de sus cabezas visibles. Por no hablar de sus capacitaciones técnicas constatables. ¿Dónde está la coherencia ciudadana aquí? Otra chispa que me motivó a escribir esta brutal sátira de la actualidad fue corroborar que los partidos políticos mayoritarios no entendían que la sociedad lleva años exigiendo un cambio de actitud. Parece que sean sordos, ciegos y mudos. Otra chispa la constituye la absoluta certeza de que el mundo sindical, empresarial y financiero español no es tan corrupto como inepto. Lo cual, sabiendo lo corruptos que muchos de ellos son, los deja en muy mal lugar.
¿Tuvo que sacarse un máster en salud física y mental antes de ponerse manos a la obra? ¿Cómo prevenir el terrible atasco intestinal?
No necesité licenciarme en psiquiatría. Con perder la cabeza me bastó. Respecto al atasco intestinal, poco puedo decir. Solo recomendar a los lectores que no lean el diario sentados en el trono. Un doloroso prolapso puedes sobrevenirles si en cinco minutos no han levantado sus traseros de la taza.
¿Qué tipo de trastornos mentales caracterizan a nuestros políticos? ¿Se atrevería a trazar el diagnóstico de los más mentados en los medios?
Es difícil saberlo con certeza, aunque resultaría creíble oír en las noticias que Rajoy sufre cierto complejo de Edipo, que Mas padece esquizofrenia paranoide, que Sánchez tiene complejo de inferioridad y que Pablo Iglesias sufre de narcisismo incurable.
¿Por qué España carece de una tradición de literatura de humor a diferencia de otros países?
Tal vez porque nos tomamos a nosotros mismos demasiado en serio. Y eso es malo.
¿Qué tiene la iguana que no tengan otros bichos repelentes como hienas, serpientes o arañas?
La iguana es un animal curioso. He visto vídeos en los que una gigantesca iguana mata a un perro de un solo coletazo. En cierta medida, y entendiendo que por ahí va su pregunta, las iguanas son como muchos agentes antidisturbios. Bichos capaces de abrirle la testa a alguien sin inmutarse.
Hasta ahora usted ha sido habitual de la novela negra. ¿A qué se debe este cambio de rumbo? ¿Seguirá en esa línea tras la estela de Tom Sharpe?
Me he sentido muy cómodo siguiendo la estela de Tom Sharpe. No descarto continuar en ella si los lectores creen que es el camino adecuado.
Hablando de novela negra, ¿no estamos ya un poco saturados de este género?
Tal vez sí. Con los géneros literarios suele ocurrir esto. Las editoriales se mueven por modas. Hace diez años era imposible entrar en una librería sin tropezar con decenas de novelas de templarios, conspiraciones eclesiásticas y misterios sin respuesta. Hoy le toca al género negro. Mañana Dios dirá.
Bel Carrasco
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