‘Notas a Apocalypse Now. Crónica de un rodaje maldito’, de Eleanor Coppola
Barlin Libros, 2020
Sábado 13 de junio de 2020

El 3 de julio llega la versión definitiva de una obra cumbre de Francis Ford Coppola, ‘Apocalypse Now Final Cut’, más larga que la original, pero más corta que ‘Redux’. Parece una señal o una ironía del destino que, en estos tiempos de pospeste o pospandemia, regrese una de las películas que mejor describe el horror desencadenado por otro de los cuatro terribles jinetes.

No es la única buena noticia para los fans de Coppola y el séptimo arte. El sello independiente valenciano Barlin Libros ha editado por primera vez en España un libro imprescindible: ‘Notas a Apocalypse Now. Crónica de un rodaje maldito’, de Eleanor Coppola. Un viaje al corazón del cine.

El 20 de marzo de 1976 se inició en Filipinas una de las producciones cinematográficas más largas, costosas y accidentadas de la historia. Los cuatro meses previstos se convirtieron en 16, concluyó al 21 de mayo del año siguiente, y el filme no se estrenó hasta mayo de 1979, en el Festival de Cannes. El presupuesto superó los 30 millones de dólares. 

Martin Sheen y Francis Ford Coppola en un receso de la película. Imagen cortesía de Barlin Libros.

Desde el primer momento, Eleanor estuvo al pie del cañón para grabar un documental, ‘Hearts of Darkness: A Filmmaker’s Apocalypse’, que ganó un Emmy en 1992. Las notas que tomaba a modo de diario, publicadas por primera vez en 1979, constituyen un relato fascinante que desvela el tormentoso proceso creativo de un director fuera de serie. 

Más que un trabajo periodístico, la obra de Coppola es una narración muy personal que seduce por su fluida prosa e hipnótico ritmo. Al principio, la autora adopta una mirada neutra y objetiva sobre los acontecimientos. Pero a medida que se adentra en una selva de calor húmedo, explosiones y contratiempos, asume un mayor protagonismo.

Eleanor va mostrando las distintas facetas de su personalidad y los conflictos que sufre por la tensión entre su papel de esposa y madre, y su vocación artística. Como madre de familia la vemos consagrada al cuidado de sus hijos –Gio, Roman y Sofía–, que al inicio del rodaje contaban con doce, diez y cuatro años, respectivamente. Como profesional de la cámara reflexiona sobre la magia del cine: «Quizá filmar películas sea un paso adelante hacia la posibilidad de avanzar y retroceder, de entrar y salir en el tiempo», y se debate entre las dudas que le asaltan: «La única forma que tengo de captar la grandiosidad de la realización de ‘Apocalypse Now’ es mostrando los detalles y esperar que den sentido a la imagen global».

 

Marlon Brando caracterizado como el coronel Kurtz en ‘Apocalypse Now’. Imagen cortesía de Barlin Libros.

La autora representa también la imagen de la mujer occidental acomodada imersa en un mundo desconocido: «Mi realidad cotidiana parece una película exótica», afirma. Y lo hace con una gran sensibilidad que le permite captar su belleza y plasmarla en palabras. En su diario ofrece magníficas descripciones de pueblos pintorescos, de las vibrantes escenas de rodaje entre explosiones y deslumbrantes luces. O estampas de un potente primitivismo, como la fiesta de  los indios ifugaos contratados como extras, que culmina con la matanza ritual de varios cerdos y un carabao, que inspiró una impactante escena de la película.

Eleanor no habla mucho de los actores, pero sus comentarios plasman la atmósfera caótica que reinaba en los sets. El alcoholismo de Martin Sheen, que sufrió un infarto en marzo de 1977, la dependencia de Denis Hooper de la cocaína –25 gramos diarios para funcionar–, o el sobrepeso de Brandon, que aterrizó en Filipinas con 136 kilos. 

Del tifón al tigre

La privilegiada perspectiva de Eleanor, testigo del rodaje y esposa del director, le permite acometer una doble tarea: el registro de los hechos y, a la vez el retrato íntimo de una pareja de artistas, su historia de amor y de desencuentros, y también su lucha para sobreponerse a múltiples adversidades. Son conocidas las calamidades que sufrió el costosísimo equipo de rodaje, con escenas multitudinarias que movilizaban hasta un millar de extras y cientos de operarios, efectos especiales carísimos y escenografías espectaculares. Se rodaron nada menos que 457,3 kilómetros de metraje.

El tifón Olga destruyó uno de los sets, hubo problemas con los helicópteros del ejército filipino, que tenía que combatir a la vez una guerrilla, un incendio consumió un gran almacén, y un tigre estuvo a punto de provocar una tragedia. Antes de empezar a rodar, Coppola negoció durante cuatro meses con grandes estrellas a las que deseaba contratar para los papeles de capitan Willard y coronel Kurtz. Steve MacQueen, James Caan, Robert Redford, Jack Nicholson y Al Pacino declinaron la oferta por tener otros proyectos o por temer la dureza de un rodaje en un clima extremo.

Cubierta de ‘Notas a Apocalypse Now’, de Eleanor Coppola. Imagen cortesía de Barlin Libros.

Las primeras escenas se rodaron en Baler, el lugar donde un puñado de españoles, los últimos de Filipinas, resistieron los ataques de lo tagalos, en 1899. Después el equipo se trasladó a Ibar y, al final, a Pagsanjan, donde se construyó el reducto del coronel Kurtz.

Eleanor siguió a su marido en un «viaje personal hacia el yo», siendo su paño de lágrimas, pero también su antagonista. Discutían a menudo y estuvieron a punto de divorciarse. Ella confiesa el conflicto entre su papel de esposa, madre y anfitriona, y sus inclinaciones artísticas siempre subordinadas a los proyectos de su marido. Y aunque lo adora y admira, es muy consciente de sus debilidades. De sus cambios de humor que lo llevan de la depresión a «una especie de histerismo». De sus miedos a arruinarse, a defraudar a sus seguidores, a no tener el tipo de talento que desea tener, a ser incapaz de terminar una historia en la que se había involucrado demasiado.

Eleanor Coppola fue durante parte de su vida un caso paradigmático de apéndice del genio, a la sombra del gran hombre. Pero en este libro refleja el proceso de empoderamiento de una mujer capaz de brillar con luz propia. Lo demostró con varios libros, uno de ellos dedicado a la muerte de su hijo mayor y una película que rodó con más de 80 años, ‘París puede esperar’.

«Me gusta dejar el pasado en el pasado», escribe en sus notas. «Francis, en cambio, se alimenta muchísimo del pasado. Somos tan opuestos. Pasé muchos años resistiéndome a ver las diferencias, enfadándome, demostrando que yo tenía razón y él se equivocaba. Pero ahora disfruto con asombro de la atracción que sienten los polos opuestos. Y más lo quiero».

Francis Ford Coppola dirigiendo una de las últimas escenas de la película. Imagen cortesía de Barlin Libros.

Bel Carrasco