Ensayando a Don Juan, de Albert Boadella
Teatro Olympia
C / San Vicente Mártir, 44. Valencia
Hasta el 6 de abril
El amor al arte salva todas las fronteras. Incluso las ideológicas. ¿Quién iba a decir hace unos años que dos personajes tan diametralmente opuestos como Albert Boadella y Arturo Fernández iban a colaborar en un proyecto común? Pues ahí están, en el teatro Olympia hasta el 6 de abril con ‘Ensayando a Don Juan’. El irreverente bufón con vocación de mosca cojonera y el atildado galán de derechas que utiliza el insoportable apelativo cariñoso de ‘chatines’. Las dos juveniles viejas glorias se han aliado para de una u otra forma reivindicar el mito ante las nuevas generaciones que lo tildan de trasnochado y obsoleto.
Creado y dirigido por Boadella, que pensó en Fernández como protagonista, el montaje se basa en una versión de Eduardo Galán sobre el Don Juan Tenorio de Zorrilla. Lo escoltan en escena Sara Moraleda, Mona Martínez, Janfri Topera, David Boceta, Jesús Teyssiere y Ricardo Moya.
Angie, una joven directora, se propone montar un Don Juan Tenorio concebido desde una óptica contemporánea y vanguardista, empeñada en demostrar la caducidad del personaje, pues, según ella, el mito es hoy totalmente ficticio, anacrónico y machista.
Considera los versos y las situaciones como simples residuos de un mundo desaparecido. Pero su propósito original tropieza con un escollo cuando en el casting toma una arriesgada decisión de contratar al actor Arturo Fernández para el personaje del comendador Don Gonzalo. A partir de ahí, la intrépida directora se enfrentará a una ardua tarea con el fin de mantener su tesis. Una tarea que se complica considerablemente al intentar mantenerla frente al experimentado actor, que con sus acciones va desbaratando cada uno de los principios de la joven directora.
“Posiblemente, la joven y belicosa directora Angie, lleva toda la razón”, dictamina el propio Boadella. “Don Juan Tenorio ha venido justificando entre el género masculino de varias generaciones españolas la apología de un estilo y unas actitudes un tanto villanas ante la mujer. El arte crea la moda y la obra de Zorrilla, aunque solo sea por su popular reiteración, condicionó la mirada de los hombres bajo la coartada de un Tenorio cuyas delirantes tropelías suscitaban una cierta simpatía y condescendencia social”.
Angie no soporta esa herencia e intenta contrarrestarla, eliminando cualquier rasgo romántico u heroico del argumento, poniendo de relieve los perversos y prepotentes objetivos machistas que atribuye al Don Juan.
“La cruzada de Angie no está falta de sensatez si nos referimos a los contenidos, pero las formas acaban por ganarle la partida ya que los valores caducos, como suele suceder, adquieren con el paso del tiempo una pátina novedosa y singular que les infunde un nuevo y poderoso atractivo”, señala Boadella.
Bel Carrasco
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