Universo Lynch
Ciclo dedicado al cineasta norteamericano David Lynch
Filmoteca de Cantabria
Calle Bonifaz 6, Santander
Verano 2021
Cuando el telón de la Filmoteca de Cantabria comienza a abrirse, mostrando su pantalla blanca aún apagada, los espectadores, aún sabiendo lo que han ido a ver, se remueven inquietos en sus butacas. ¿A qué se debe esta inquietud? La respuesta está en los carteles de la entrada. En ellos, vemos los títulos con las películas del director David Lynch.
Algunos de los espectadores esperaban que, al abrirse el telón que cubría la pantalla, se nos mostrara la habitación roja que se puede ver en la película ‘Twin Peaks: fuego camina conmigo’ y ver a Laura Palmer y al agente Cooper teniendo diálogos al revés con un enano vestido de rojo, dentro de aquella logia negra que se encuentra envuelta llena de misterios de lo que nos parece otro mundo, el de los sueños.
Pero las luces de la sala se apagan y las letras con el título de ‘Cabeza Borradora’ aparecen llenando casi por completo la pantalla. La experiencia comienza y el ciclo de David Lynch da su primer empujón al espectador hacia ese mundo del director de Montana, lleno de símbolos, que tan solo podremos descifrar tras más de uno y dos visionados –si no son más– de cada película.
El ciclo del cineasta, ganador de la Palma de Oro en Cannes, nos lleva por toda su obra audiovisual, desde sus primeros cortometrajes realizados en la escuela de arte de Filadelfia, hasta películas tan aclamadas como ‘Corazón Salvaje’ (1990) y ‘Mullholland Drive’ (2001) –cinta que también es considerada en una lista de la BBC como la mejor película del siglo XXI por críticos de todo el planeta– o el filme por el que estuvo nominado a los premios Óscar a mejor director, ‘Terciopelo Azul’ (1986), sin olvidarnos de las películas que con el paso del tiempo se han convertido en eso que llaman de culto, como la propia ‘Cabeza Borradora’ (1977), ‘El Hombre Elefante’ (1980), ‘Twin Peaks: fuego camina conmigo’ (1992) y ‘Carretera Perdida’ (1997).
Y aunque se salga de la zona en la que David Lynch nos tiene acostumbrados, ‘Una Historia Verdadera’ (1999) nos hace comprobar que este polifacético director de cine –aparte de pintar, fotografiar, escribir, componer música y otras muchas cosas más– también es capaz de contar una historia que nos llegue al corazón y nos haga querer acompañar a Alvin Straight en su viaje por todo el Medio Oeste americano encima de su cortacésped para reencontrarse con su hermano.
Los misterios que Lynch nos muestra en cada una de sus obras son, como él mismo escribe en ‘Atrapa El Pez Dorado’, imprevisibles: “(…) no me gusta saber mucho de antemano. Me gusta la sensación de descubrir (…), puedes adentrarte en la historia y profundizar cada vez más. Empiezas a sentir el misterio y comienzan a ocurrir cosas”.
Esos misterios que se nos ocultan en cada una de sus películas, desde qué es lo que esconde el trapo que envuelve la cabeza de John Merrick en ‘El Hombre Elefante’, o qué es lo que sucede dentro de la cabeza de Fred Madison en ‘Carretera Perdida’, o qué demonios tiene el interior de la caja azul que sostienen Naomi Watts y Laura Helena Harring, mientras están sentadas en el club Silencio, en ‘Mullholland Drive’.
Incluso los hechos más cotidianos, como puede ser el regar el césped y que se obstruya la manguera, pueden ser un símbolo claro del ataque al corazón que le da al padre de Jeffrey Beaumont en ‘Terciopelo Azul’ nada más comenzar la cinta. Cualquier cosa, vista desde la óptica de Lynch, puede resultar un centenar de cosas, o puede no significar nada. Tan solo es el espectador el que tiene que responder a esa cuestión que nos plantea David Lynch en cada una de sus películas.
Pero no solo a partir de los misterios, de los símbolos y del mundo onírico se puede escribir acerca de este director que ha creado un estilo tan personal que lleva su propio nombre; lynchiano. Sus películas no serían nada –o por lo menos no serían lo que son– sin las canciones que escoge para sus bandas sonoras, desde el jazz fussion hasta el rock más duro, pasando por la enorme influencia que ha sido para el propio director la música de los años 50.
Pero lo que no podemos apartar es su estrecha colaboración con su compositor fetiche, Angelo Badalamenti. Sin él, la serie ‘Twin Peaks’, con sus acordes armoniosos –como si las hojas de los árboles se mecieran azotadas por el viento otoñal–, no hubiera llegado al lugar alcanzado en la televisión; la película ‘Terciopelo Azul’ no le hubiera encumbrado como uno de los grandes directores de Hollywood„ y jamás habría podido hacer obras como las que en este ciclo nos presenta la Filmoteca de Cantabria.
Ahora lo único que hace falta es que se vuelvan apagar las luces de la sala y el proyector empiece con la siguiente película del gran David Lynch, dejándonos inmersos en esos mundos oníricos que nos presenta. Para acabar, solo nos faltaría responder a una pregunta, la que lanza Monica Belucci en un sueño, en la última temporada de la serie ‘Twin Peaks’: “Somos como el soñador que sueña y luego vive dentro del sueño. Pero, ¿quién es el soñador?”.
Néstor Navarro
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