#MAKMAArte
‘Urs Lüthi. More or less y un poquito más’
Aural Galería
Labradores 17, Alicante
Hasta el 14 de enero de 2023
Resulta sorprendente que todavía no se hubiera visto en nuestro país una muestra individual de Urs Lüthi (Lucerna, 1947), artista conceptual suizo con una extensa trayectoria y muy conocido desde los años 70, cuando se le relaciona con artistas fluxus y con los comienzos del body art en Europa.
Por suerte, el pasado mes de febrero, la galería Aural Madrid acogió la primera muestra individual que exponía obras de este gran artista, que ahora se materializa de manera extendida en el espacio de Alicante bajo el título ‘Urs Lüthi. More or less y un poquito más’. Una gran oportunidad para conocer, y disfrutar, de obras que compendian una gran y, sobre todo, original, carrera.
Por supuesto, la muestra gira en torno al tema principal de las investigaciones que caracterizan el trabajo de Lüthi: la identidad y lo autorreferencial. Para entender sus obras desde el comienzo, hay que partir de lo que Begoña Martínez Deltell, directora de Aural, describe como un proceso en el que “nada es certero, todo fluye”.
De esta manera, la disposición de cada pieza en el espacio nos va acercando, poco a poco, a su producción. En un primer momento, un joven Lüthi devuelve una profunda mirada a través de sus obras más tempranas que, en el final de la muestra, volverá a retomar. El blanco y negro predomina en estos autorretratos, donde identificamos algunos de sus recursos más personales: el cartel en blanco o la lágrima apenas perceptible. Recursos que caracterizan su producción y que le sirven para centrarse en esa condición humana, cambiante, líquida…
Y, por supuesto, también en los cambios que vienen con la edad. En algunas de sus obras más recientes, como son sus autorretratos subtitulados ‘Transmission Error’, que se exponen al lado de ‘Brachland/Wasteland’, se recrea un conjunto en el que la figura del artista se descompone, se desfigura, a consecuencia del efecto de pastillas. Nos habla de los efectos de la medicación, engrandeciendo una textura y la repetición lo que genera cierto aire pop que quizá, utiliza para desmitificar el dramatismo de la situación.
Lüthi también trabaja la escultura desde una peculiar perspectiva. Siempre partiendo del realismo del cuerpo –del suyo, en concreto, que modifica y desnaturaliza para ofrecernos la posibilidad de lo que puede llegar a convertirse–, trabaja el movimiento y el concepto de manera clara. En ‘Lost direction’, además, la fragmentación adquiere importancia, creando ese movimiento que recuerda a las primeras vanguardias. Y no es de extrañar, ya que para sus primeros trabajos, retoma la idea de Rrose Sélavy creada por Duchamp.
Otras piezas demuestran su conocimiento de la fotografía que traspone, retoca y difumina para crear magníficas composiciones con imágenes de viajes y otros recuerdos. Demuestra así que somos un cúmulo de experiencias.
Al mismo tiempo, esa superposición genera mucha oscuridad, por lo que, al observarla, vemos que formamos parte de la obra. La idea de reflejo se puede rastrear también en esos autorretratos, que podríamos entender a modo de espejo. El propio artista declara que “cada uno es realmente uno mismo, pero también puede ser cambiante según lo que tenga enfrente”. Así, una única persona puede, en realidad, ser muchas a la vez.
Como ocurre en ‘Tears’ –una serie de imágenes resultado de fotografías de una escultura realista del propio artista–, las lágrimas se aventuran por una superficie que parece generada por una inteligencia artificial. Se deja entrever una falsificación velada que resiste más realista que la propia realidad.
«Capta una serie de sentimientos falsos, creando así numerosas incógnitas, le gusta jugar con el espectador”, asevera Begoña Martínez Deltell. A partir de este punto, la figura se deshace en favor de las texturas y los claroscuros y recrea la abstracción. Esto pasa en ‘Transmission error’, una de las piezas donde se aprovecha el elemento error para generar la abstracción y mutabilidad.
A continuación, presenta ‘Shame’, una curiosa obra que dialoga en cierto modo con las últimas piezas, una serie de autorretratos antiguos pero intervenidos recientemente, que vemos hacia el final de la exposición. Esa intención de diálogo, la cara enrojecida, artificialmente coloreada, parece generar cierta idea de nostalgia. El humor y la ironía, presente en todo momento, evoluciona hacia un discurso más de añoranza, donde la alegría de vivir está presente y que, inevitablemente, recuerda a su ‘Art for a better life’, proyecto presentado en la Bienal de Venecia de 2001.
Parece que, a través de ese hiperrealismo, de imágenes ampliadas, del gesto enmarcado, nos lleva a una concepción que podría comulgar con el filósofo húngaro Luckás, que entendía que la representación máxima del arte debía, a través de estructuras reconocibles, acercarse a la sociedad.
Sin embargo, el mismo Lüthi confiesa: “Desde mediados de los años 60, parto de la convicción de que uno tan solo puede experimentar el mundo y comprenderlo de manera subjetiva. He tomado mi cuerpo, a mí mismo como sujeto de mi arte, como espejo del universo”.
Así que quizá supera ese concepto del realismo pictórico de la época de Luckás y se acerca a Robert Garaudy, cuando explica que no es necesario que una obra realista refleje la totalidad de lo real.
Si la realidad científica exige la ausencia del hombre, la realidad artística exige su presencia. Por lo que esa presencia se impone en el trabajo de Lüthi y se manifiesta en lo que según Garaudy sería: “El grado de realidad interior, humana, que el artista ha sabido dar a la realidad”. Eso es precisamente lo que consigue Lüthi.
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