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‘Pulsiones saldadas’, de Vicente Martínez
Coproducida por el Consorci de Museus y la Fundación Chirivella Soriano
Comisario: Álvaro Terrones
Fundación Chirivella Soriano
Valeriola 13, València
Del 8 de julio al 25 de septiembre de 2022
“Tú no eres ni un alfiler ni un pájaro; tú no puedes volar. Marchando sobre la tierra y posando en ella tus pies, dejas tus huellas, y yo tengo dos ojos para mirar”, se dice en un momento de la película ‘Dersu Uzala’ (El cazador), de Akira Kurosawa, basada en la novela homónima de Vladimir Arseniev. A esos dos ojos atentos para percibir la huella que dejan algunos artistas, ocultos en el silencio de su estudio, está dirigida la obra de Vicente Martínez (Quatretonda, Valéncia, 1934).
Una obra que el Consorci de Museus y la Fundación Chirivella Soriano han rescatado de su enclaustramiento, desde que el artista valenciano expusiera por última vez en la Galería Cànem de Castelló en 1998. Desde entonces, a medio camino entre la “actitud eremita” y una intensa “pulsión creativa” que llega hasta la actualidad, Martínez ha ido trabajando pinturas, dibujos y esculturas hasta lograr saldar las pulsiones que dan pie al título de la retrospectiva que la Fundación Chirivella acoge hasta el 25 de septiembre.
Preguntándose acerca del porqué de ese anonimato, Manuel Chirivella, presidente de la entidad cultural, respondió que el impulso creativo de Vicente Martínez -largamente escondido- “está saldado con esta exposición” caracterizada por el “hibridismo de la escultura”. “El propio artista es consciente de que las pulsiones se han saldado, en una fase crepuscular de su vida que me sobrecoge”, señaló Álvaro Terrones, comisario de una muestra que reúne más de un centenar de piezas.
En conversación con el propio comisario -algunos de cuyos testimonios son recogidos a modo de meditaciones a lo largo de la retrospectiva-, el artista señala que la conclusión que ha sacado es que ha “desaprovechado mucho el tiempo”, como si estuviera lanzándoselo a Maxim Munzuk, el actor que interpreta a Dersu Uzala, reconocida referencia en su obra. “Pero esto lo siento sin culpas y sin perderme en lo que hubiera obtenido de esta o aquella manera. Ahora, simplemente, aprovecharía mejor el tiempo”, añade.
En otro momento, comenta: “He soñado sobre lo que había más allá del universo que conocemos. Era un cúmulo de rapidez”, reconociendo que en “ese chispazo” se concitaba la experiencia nueva ligada a lo ya vivido y lo todavía por vivir, generándole cierta angustia. “He tenido ese sueño porque mi vida está terminando. Mi cerebro pide cuentas y mi cerebro contesta. Tú que eres más joven, debes saber que hay misterio…solo movimiento y velocidad”.
A ese misterio y a esa velocidad dedica gran parte de su trabajo, ahora evocado en ‘Pulsiones saldadas’, mostrando al espectador las múltiples huellas que ojos bien atentos pueden escudriñar, para vislumbrar ese chispazo del universo que se abre fruto de la invención y una fantasía desbordante. Terrones puso el acento en cierto pasaje de la película de Kurosawa, allí donde, de nuevo, comparece cierta huella.
“La huella de un viejo que, como todos los viejos, camina con el talón, mientras los jóvenes lo hacen con la punta”, sentencia cuya belleza -piensa el comisario- expresa esa etapa crepuscular en la vida de Martínez, sintetizando la retrospectiva “el viaje de un explorador; su trayecto vital”. Trayecto que, desde la planta baja de la Fundación Chirivella hasta la segunda, se caracteriza por la mezcla de una mirada poética, científica e imaginativa, dando lugar a un paisaje que se mueve entre los dos polos referidos por Terrones.
En uno estaría el pintor japonés Ando Hiroshige, a quien Vicente Martínez homenajea en la obra ‘Lluvia lineal’, subrayando las líneas que perduran, dando “un ritmo y una idea de caída”. Y en el otro se hallaría William Turner, polo opuesto del japonés –“todo cabeza y poesía”-, cuya visión romántica sería “todo fuerza y potencia”. “Uno expresa el mar salvaje y el otro el mar sutil, que con la línea no quiere romper nada, como una cerámica japonesa”.
De nuevo, el misterio y la velocidad, ahora transmutados en sutileza y salvajismo. El “hibridismo” aludido por Manuel Chirivella se va desarrollando a partir de otras dualidades, como la de racionalidad -por sus ingenios mecánicos- e irracionalidad -por el “pensamiento mágico” de algunas piezas enumeradas por Álvaro Terrones. El presidente de la Fundación Chirivella Soriano se refirió igualmente al carácter mutante de unas obras tan sólidas como evanescentes.
La visibilidad de un artista “oculto por su propia voluntad”, subrayó José Luis Pérez Pont, director del Consorci de Museus, ofrece la oportunidad de descubrir a quien tan sabiamente ha desaprovechado el tiempo sin parar de inventar, por mucho que tamaña invención se haya realizado en el silencio de su estudio durante el último cuarto de siglo. Como él mismo apunta: “Lo que siempre me ha interesado en el arte creador es inventar”.
Una invención que no solo trasluce en los collages de su pintura o en sus esculturas ingeniosas, sino en sus sutiles dibujos en torno a la danza, donde capta el movimiento del cuerpo “como un sistema vivo e interconectado”, por utilizar una expresión de James Lovelock en su ‘Hipótesis Gaia’, en otro apartado de la muestra.
“La poesía es imprescindible en su obra”, dirá el comisario, con respecto a los títulos y los textos de muchas de las piezas. Poesía que, junto a la magia no exenta de ironía, convierte la obra de Vicente Martínez en un territorio surcado de huellas. Solo hacen falta dos ojos bien abiertos para deletrear los pasos que ha ido dejando a lo largo de su intensa -y nada desaprovechada- trayectoria artística.
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