#MAKMAArte I Entrevistas
‘No es para tanto’, de Víctor Visa
Lanevera Gallery
Puerto Rico 46 b, València
Hasta el 30 de julio de 2022
Decía el pintor Marc Chagall que no existía intención alguna en el posible descubrimiento de símbolos en su obra. “Es un resultado que no busco. Es algo que se puede encontrar después y que puede ser interpretado de acuerdo al gusto”. Todo lo contrario a lo que hace Víctor Visa, que utiliza de forma premeditada los símbolos para desactivar el poder venenoso que muchas veces le conferimos los seres humanos. En lo que sí coincide con Chagall es en la interpretación al gusto que luego deja en manos del espectador.
El escritor Albert Camus también se refirió al símbolo en su novela ‘El mito de Sísifo’, donde afirma que todo símbolo “supera siempre a quien lo emplea y le hace decir en realidad más de lo que cree expresar”. Igualmente, en este caso, Visa le da la vuelta al argumento para centrarse no en lo que supuestamente excede a la expresión del símbolo, sino a su carácter más frívolo y, por tanto, desmitificador del mismo.
“He cogido la palabra símbolo un poco con pinzas, porque utilizo el icono, sus imágenes reconocibles, y decido lo que es, que, para mí, es algo cambiante, es orgánico y es el grupo, la sociedad, el que se apropia de él”, explica quien reúne en Lanevera Gallery un conjunto de obras en torno al elocuente título de ‘No es para tanto’. “Yo el símbolo lo pervierto”, subraya Visa.
De manera que ahí están símbolos como el puño y la rosa que José María Cruz Novillo diseñó para el PSOE; la esvástica nazi; el hacha y la serpiente de ETA; la marca de la discoteca ACTV de Quique Company o la Barcelona 92 de Josep Maria Trias, por citar algunos. Símbolos pensados para sintetizar el carácter progresista de ciertas propuestas políticas o más siniestras, atendiendo a su resultado criminal, junto a emblemas de una proyección vitalista de la existencia.
“La flor de acanto no es un símbolo como tal, pero las columnas corintias, que son las más poderosas, se asemejan a ella”, explica Visa, mientras va escudriñando con la mirada algunas de sus pinturas desmitificadoras. “Esa imagen de ACTV, al menos para los que somos de Valencia, pues es un símbolo por lo que representa. En el fondo, yo decido lo que es y me apropio también del símbolo de otras culturas”.
Víctor Visa dice que tiene que haber llegado de alguna manera a ese símbolo, para poder transgredirlo, pero que no hace un estudio en profundidad del mismo. “Esa pieza que se refiere a ciertos rituales indios americanos, yo no los conozco, pero me han atraído formalmente, sin conocer la carga que hay detrás. Igual se presentarían ahora, no sé, los indios apalaches y me podrían decir que cómo he pintado eso y entonces yo les diría, pues lo siento”.
Es importante que se note y se vea que se divierte con el propio símbolo, asegura el artista, que utiliza un grafismo un poco infantil y primitivo, precisamente para subrayar su vinculación con el juego. “La utilización del color mismo le quita todo peso. En este belén, por ejemplo, tú ves al niño Jesús y te da risa, aunque no me esté riendo de nada, sino que hago una interpretación lúdica de ese símbolo de la cultura”.
El carácter frívolo lo acentúa quizás en el sentido en que lo hace el filósofo Fernando Savater cuando dice que si la naturaleza no nos hubiese hecho un poco frívolos seríamos muy desdichados, porque gracias a que lo somos “la mayoría de la gente no se ahorca”.
“Frivolizo con los símbolos y me divierto con ellos –lo cual creo que se ve en la obra-, al tiempo que juego, les cambio los colores y, entonces, les quito su poder. Porque, en el momento que cojo una esvástica, la moteo y le pongo un flúor, de repente deja de dar miedo”, resalta Visa.
Lo mismo hace con el águila imperial del escudo español, la corona real, la cruz de la religión cristiana y tantos otros iconos de la cultura. ‘”No es para tanto’ alude precisamente a eso, a quitarle importancia a los símbolos, a aligerarles el peso”. Luego está, igualmente, el uso que hace de la propia obra, que la tira al suelo, la coloca con chinchetas o sobre peanas que pierden su dimensión y se convierten muchas veces en simples bloques de corcho. De manera que ‘No es para tanto’ tiene ese doble juego de frivolización del símbolo y de la propia obra de arte.
“Entiendo la crítica que se puede hacer al hecho de frivolizar con todo esto, pero ahí está la gracia, que le quita peso y seriedad a los símbolos. Hasta el papel que utilizo no es nada caro, porque luego yo lo amontono y tiene, de nuevo, algo relacionado con la propia obra, a la que le quito importancia y no tiene un acabado perfecto. Esta frescura no se podría hacer de otra manera, porque si tú piensas mucho estos grafismos, los estudias y le pones un buen material, deja de tener esa gracia de lo hecho espontáneamente”, subraya Visa.
Hay símbolos relacionados con la política, con la antropología o con cierto lenguaje universal, como el del dedo pulgar o el de los brazos levantados. “El símbolo de rendición también está cogido, aunque no sea un símbolo como tal, pero forma parte del lenguaje universal y yo lo he representado de esa manera, levantando las manos”.
Como se mueve entre la gráfica y la pintura, Víctor Visa cree que tiene un lenguaje que se escapa al de la pintura de la institución artística –“aunque podría estar perfectamente en alguna con un simple enmarcado”-, funcionando la expuesta en Lanevera Gallery “más a nivel de instalación: las obras por el suelo, esas figuras por el medio, piezas inacabadas”.
Lo de frivolizar tiene que ver, insiste, con esa idea de reírse un poco de las cosas “y más con todo esto de los límites del humor, de la ofensa, que muchas veces no tiene que ver tanto con la gravedad de lo que estás diciendo, sino con lo fácil que es ahora juzgarte y con lo público que es todo, aunque no seas nadie. Quiero que todo sea más orgánico, que tampoco pasa nada si me equivoco, y que las cosas fluyan sin darle tanta importancia y seriedad a todo”, concluye.
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