MAKMA ISSUE #01
Opinión | Ximo Rochera (editor de Canibaal y Libros del Baal)
MAKMA, Revista de Artes Visuales y Cultura Contemporánea, 2018

Vine a Valencia porque acá me dijeron… Podría ser este un buen comienzo para empezar a hablar entre “murmullos” del “páramo” en el que se convirtió la ciudad en los primeros años del siglo XXI.

Dice Jorge Volpi, a propósito del prólogo que escribió para el maravillo libro de Juan Rulfo –‘Pedro Páramo’–, que “Comala podría estar en cualquier parte justamente porque no está en ninguna”.

Valencia podría estar en cualquier parte. Igual que Comala, durante un tiempo fue un terreno baldío. La creencia de que nada se podía hacer cuando todo estaba por hacer se instauró en el ADN de todos aquellos relacionados con las letras y la cultura.

Página inicial del artículo publicado en MAKMA ISSUE #01.

“¡Tan tan! ¿Quién es? Es el diablo
es una espesa fatiga,
un ansia de trasponer
estos lindes enemigos,
este morir incesante,
tenaz, esta muerte viva.”
(José Gorostiza, ‘Muerte sin fin’, 1939)

Sin embargo, ¡nada había muerto!

¡Valencia no estaba muerta!

Pre-Textos editaba libros sin descanso. En 2008 le otorgaban el Premio de la FIL de Guadalajara (México). El mismo año el Ministerio de Cultura premiaba al Caballero de la Blanca Luna con el Premio Nacional de Edición en la categoría de Libros de Bibliofilia: ‘Fabulas Literarias’ de Tomás de Iriarte.

¡Valencia no estaba muerta!, estaba murmullando. Rulfo quería titular su libro de otra forma: ‘Murmullos’. Quizá tenían que redefinirse los lindes.

En 2010, Toni Moll y Víctor Segrelles se atrevían, ¡qué osados!, otra vez con el Café Malvarrosa, a la vez que editaban pequeñas joyas en su editorial Leteradura. En Imprevisual, entre murmullos también, se gestaban otros dos proyectos editoriales: Manuel Turegano se aventuraba con la editorial Contrabando y Ximo Rochera hacía lo propio con Ediciones Canibaal. En Canibaal se arriesgan con un espacio que nació para perdurar únicamente en el recuerdo, Le petit Canibaal, un verdadero murmullo. Litera libros se especializaba en libros de crianza con un proyecto muy personal. El Nadir apostaba por la colección gráfica rescatando a Gustave Doré y Oskar Andersson, entre otros. Se abrían librerías como Bartleby o Leo.

¡El murmullo ya es un grito, se avecinan cambios!

José Ramón Alarcón y Merche Medina buscan cohesionar ese murmullo editorial creando una feria editorial en el barrio de Ruzafa. Dos años más tarde, Russafa Book Weekend da paso a SINDOKMA, que se instaura en La Nau como festival de la edición independiente, organizada por MAKMA.

Portada de MAKMA ISSUE #01, a partir de una de las obras del proyecto ‘Caminos del deseo’, del artista y miembro de MAKMA Ismael Teira.

Otros festivales se acomodan incómodamente en teatros migrados a la fuerza como el Carme Teatre (deslindándose). David Trashumante pelea por la poesía en Vociferio. Mientras todos sonríen ilusionados se produce el esperado cambio, sin embargo, cierran espacios y librerías. Se apagan proyectos. Valdeska, Café Malvarrosa, Le petit Canibaal; también Leo y Ambretta.

Otros tantos resiten, se reinventan. Juan Pedro Font de Mora realiza exposiciones fotográficas y presentaciones en su librería Railowsky. Inma Pérez se atreve a exportar su librería Dadá al IVAM, aunque tiene que retirarse en poco tiempo. La librería Ramón Llull busca otros lindes geográficos para que Almudena y Paco enchufen su altavoz literario. Sala Russafa también entiende que la resistencia es la única alternativa.

Paco Inclán y David Barberá siguen bostezando murmullos y la revista Bostezo edita un nuevo número. Lletraferit no deja de hacerlo. Renace la poesía: 21 versos.

Y tantos otros que transitan los márgenes y crean los ecos para que esos murmullos sean escuchados.

¿Qué ha cambiado, entonces?

Nada ha cambiado y, sin embargo, todo es diferente: los editores no esperan ayudas, los libreros saben que tienen mucho trabajo y nadie les ampara. Los proyectos entienden que están solos. Que en Valencia, igual que en Comala, los murmullos de los muertos tienen que ser escuchados.

‘Comala en Valencia’, de Ximo Rochera.