300,4 litros, de Fermín Jiménez Landa / Miopía, de Escif
Galería pazYcomedias
Plaza Colegio del Patriarca, 5. Valencia
Hasta el 12 de septiembre
Fermín Jiménez Landa reconoció ser sospechoso. Con la actual Ley Mordaza, a la que aludió en cierto momento, el artista navarro se podría meter en más de un problema, a los ya habituales que tiene que sortear con sus sorprendentes propuestas. Para traer a España los 300 litros de agua del lago de los cisnes en Moscú, en el que se inspiró Tchaikovsky para su famoso ballet, necesitó cuatro largos meses de permisos. “Las autoridades entendían que se trataba de recursos naturales de Rusia”.
Lo mismo le pasó al incrementar esos 300 litros con otros 0,4, pensados para su exposición en pazYcomedias, de agua con líquido de frenos y Valium en sendos recipientes. “Pedir tantas pastillas tranquilizantes ya levanta sospechas”. Como las levanta enterrar nueve alfombras persas en diferentes lugares de España, para escenificar los ficticios asesinatos y posterior desembarazo de los cadáveres, sugeridos a partir de cierta lectura de Patricia Highsmith. Una vez desenterradas, limpias del barro y la humedad, cuatro de ellas se muestran en la galería valenciana enrolladas como si todavía guardaran el cuerpo del delito.
El trabajo artístico de Fermín Jiménez Landa se nutre de esos “procesos ocultos” que luego dan pie a sus enigmáticas instalaciones. El espectador que contempla su obra necesita primero “hacer el esfuerzo de leer la hoja de sala”, que le permita luego acceder libremente a cada historia narrada. “Odio el exceso de intelectualidad, porque expulsa al público, pero tampoco me gusta que mi obra caiga del lado del chiste o del gag”.
Inclinación al humor que sería fácil al ver esas alfombras enrolladas en el suelo de la galería junto a unas palas de cavar la tierra (Cul de sac), bidones con los 300 litros del agua del lago de Novodevichy (El lago de los cisnes), unos radiadores con tubos de cobre para pulsar la temperatura ambiental (Fiebre) o dos mesas en frágil equilibrio al estar montadas una sobre la otra con simples canicas de por medio (Ecuestre). Por no mencionar los 64 bocetos de otras tantas ideas dibujadas durante sus viajes (Periplanómenos).
Detrás de cada uno de esos proyectos, mostrados en pazYcomedias hasta el 12 de septiembre, hay un trabajo que conjuga “la física, la política, la poesía y la ley de la gravedad”, afirma, aspectos integrados en la forma que tiene Fermín Jiménez Landa de explorar la naturaleza en general y la humana como parte indisoluble de ella. Por ejemplo: de los radiadores dice que le parecen “objetos preciosos”, al tiempo que “cadáveres fríos”. De manera que “lo visual y el tacto” van de la mano. En el Artium de Vitoria, donde expuso estas obras, los radiadores conectados con esos tubos de cobre estaban a 40 grados. En pazYcomedias se muestran fríos, amputados, ¿sin vida?
De la instalación Ecuestre, por aquello de las patas hacia arriba de unas mesas que se comportan como caballos relinchando, dice: “Pueden ser las grandes mesas donde se sientan los poderosos en sus reuniones de Estado”. Las canicas en las que se apoyan ambas mesas le recuerdan a esas otras que se lanzaban contra los caballos en las manifestaciones con cargas policiales. Poder y contrapoder. Orden y caos. Lo duro y lo frágil. Así es el trabajo de Fermín Jiménez Landa, al que acompaña Escif con una intervención mural en el escaparate de la galería. Miopía se titula. Miopía extensible a un artista de difícil visión, celoso de su intimidad, que en última instancia excusó su presencia ante los medios. Los 300,4 litros de Jiménez Landa llenaron su vacío.
Salva Torres
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