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‘Grandes Fracasos Vol.1’, de Yobamochi
Lanzamiento: octubre 2022
Apasionados del surrealismo, la filosofía, el cultivo del tulipán salvaje y de la obra de Paulo Coelho, Yobamochi nace como un reclamo a la vida, al “deshazlo tú mismo”, a lo cómico. “A pesar de que los dos nacimos en Argamasilla De Alba (Ciudad Real) y de que somos grandes fans del surrealismo, no nos conocimos hasta que coincidimos en unas jornadas de recreación de la legión romana, en Soria. El encuentro fue un vini, vidi, vinci que desembocó en un carpe diem y, enfrentándonos al tempos fugit, de tabernae en tabernae, terminamos juntos» explican.
«Primero en una estancia artística en HIAP (Helsinki International Artist Programme), de ahí a Málaga y, después, recalamos en València. La calle Colón nos impresionó tanto que decidimos quedarnos en la ciudad de las flores, de la luz y del amor”. Así surgió Yobamochi, el peculiar dúo de música after punk que ha editado su primer álbum recopilatorio: ‘Grandes Fracasos Vol.1’.
Con un nombre que cala en la memoria y una estética de lo más peculiar, este dúo musical -que insiste en mantener el anonimato- apuesta por un propuesta musical de lo más innovadora, con toques de humor e ironía constantes. Se presentan con el rostro cubierto, y no de cualquier manera. Los vemos ataviados con unas máscaras de cerdos.
“Bien, seremos totalmente sinceros: en cuanto descubrimos que los cerdos tienen orgasmos de 30 minutos, los genitales en forma de espiral y la edad mental de un niño de tres años, nos declaramos de la especie porcina y renunciamos a la raza humana: ¡porcus imperium!«, añaden.
Reconoce que, de adolescentes, eran fans de un sello discográfico independiente español denominado Triquinoise. «Editaban a grupos que nos encantaban, como Amor Sucio, Carmina Burana o Javier Corcovado, y el logotipo del sello era un cerdo comiéndose un vinilo», describe uno de los integrantes del dúo.
“Para nosotros es vital que no reveles nuestra identidad porque somos un grupo incógnito-enmascarado y nuestra libertad para cantar y componer subnormalidades se basa, en gran medida. en que somos subnormales y que nadie sabe quiénes somos (o eso creemos)», aseguran.
Reconocen que el escenario está habitado por la ficción, la falsedad, el teatro, «puro teatro”, además de la sátira, el misterio, el esperpento, cierto interés por la performance, alguna herencia surrealista, junto a lo bizarro y lo primitivo. Descripciones todas ellas que se unen para dar sentido a este proyecto musical.
Sus canciones son odas al sexo y a la vida. ‘¡Cuánto colon en la calle Colón!’, ‘Bola disco’, ‘Chichi Fibonacci’ o ‘No te mueras, eso es lo último’ son algunos de los temas que podremos encontrar en el recopilatorio. Cantos a la belleza y a la diversidad. Tanto ‘Grandes Fracasos Vol.1’, como el próximo volumen ‘Grandes Fracasos Vol.2’, que se estrenará dentro de unos meses.
Los autores han tratado de ordenar los treinta singles que han ido subiendo, de manera individual, a la red en los últimos años. Incluye también nueve canciones grabadas, en espera o en proceso de mezcla. “Pensamos que era buena idea empezar a hacer paquetes de 35 minutos para que la gente pudiera tener experiencias yobamocheras más extensas. La idea era ofrecer una herramienta indispensable para runners, monitores de cardio, deportistas y otros amantes del riesgo”, cuentan los músicos.
Apuestan por una música que se aleja de lo comercial, acercándose a lo arriesgado. “Llevamos tocando en grupos desde nuestra más tierna adolescencia. Iñaki, el dueño del bar donde siempre nos encontrábamos antes de ir al local de ensayo, cada vez que nos veía cargados con los instrumentos nos preguntaba por qué trabajábamos tanto y por qué no hacíamos como Georgie Dann, que sacaba una canción cada verano y no para de ganar dinero» explican.
Sin embargo, aseguran que sí intentaron emular al autor de éxitos como ‘Macumba’ por todos los medios: «Seguimos la estela de Georgie, pero en algún detalle debimos de fallar. Nosotros intentábamos hacer summer songs, bombazos comerciales, pero no paraban de salirnos post-summer-songs, como las de este ‘Grandes Fracasos Vol.1’”.
Con una mirada crítica a la sociedad actual nos invitan a “disfrutar lo que viene después”: “Últimamente, pensamos mucho en que vivimos en un mundo demasiado centrado en contar lo que se hace o se lo que se va a hacer. Incluso se retransmite mientras se está haciendo. Las redes están llenas de fotos de suculentos platos a punto de ser comidos, gente muy guapa, preparada para ir de fiesta, discos sobre tocadiscos, a punto de ser escuchados… Pero, más que la anticipación, a nosotros nos gusta mucho el recuerdo, la alegría, el disfrute que viene después de haberlo hecho. Por eso hablamos de post-summer-song y post-orgasm-songs”, afirman.
Estos conceptos se unen con visiones surrealistas de la existencia y pensamientos filosóficos, que también se reflejan en su música, pero nunca dejando de lado su lado más cerdo. “El gran filósofo Platón decía que los sabios hablan porque tienen algo que decir y los tontos porque tienen que decir algo. En nuestro caso, quizás por nuestro eterno amor hacia el surrealismo y las limitaciones intelectuales, fruto de nuestra limitada mente porcina, cantamos porque tenemos que cantar algo», describen.
Toda su música se une con una estética única, costumbrista y ordenadamente desordenada, que recuerda a los video edits de los 2000. “Primero nos revolcamos en el barro de la piara y nos embrutecemos todo lo que podemos, mientras compartimos ideas igual que componemos las canciones: improvisando. Luego, utilizamos casi siempre trozos de vídeos que ya existen en la red».
Jugando con la ambigüedad, música e imágenes se unen para contarnos algo: “Algunas veces puede ser muy evidente la relación entre el video y la música, mientras que en otras ocasiones buscamos algo más conceptual, que amplifique las intenciones de las letras de cada canción”.
“No nos cansamos de asegurar que nos alegraría mucho oír menos la expresión ‘qué huevos tiene’ y mucho más ‘tiene el chichi Fibonacci’”. Su último lanzamiento, ‘Chichi Fibonacci’, nace como una cántico al orgasmo femenino, estableciendo una relación directa con el famoso matemático medieval Fibonacci. “Fibonacci descubrió los fundamentos de la proporción áurea. Es una proporción basada en el crecimiento espiral, que se ve reflejada en todo el cosmos, seres vivos, galaxias y, desde su descubrimiento, se ha relacionado con la perfección», explican Yobamochi.
«Sinceramente, si tenemos que elegir para tema de una canción entre los genitales y el orgasmo humano masculino o el femenino (múltiple y más duradero), nos quedamos –de todas, todas– con el femenino. Así que decidimos hacer un canto reivindicativo de lo perfecto del chichi, lo cerca que está de la perfección y, con el curro que se había pegado, también de Fibonacci”, concluyen.
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